viernes, 30 de abril de 2010

Sonrisas de siempre

No miramos, ellos miran. Atentos, fijos en nuestros errores.
Que se convierten en un triunfo. Sin errores, sin malos momentos. Ni gritos ni personas susurrándose entre sí. Solo respiraciones, música y bailes.
El verdadero baile de máscaras sobre un escenario que se funde con nosotros. No somos actores, ni profesionales, solo somos una familia que ha logrado aplausos y gritos de alegría. Nos lo merecemos, porque nos queremos, porque hemos disfrutado y porque todos deseamos repetir una obra como esta.

Gracias por compartir risas, llantos, gallos, caídas y más risas. Todos juntos formamos nuestro grupo.

Sonrisas de siempre...como las nuestras.

miércoles, 21 de abril de 2010

*

Que envidia me dan los pájaros.
Ellos solo se preocupan de mover las alas para no caer.

martes, 6 de abril de 2010

Prometeo

Nunca debí ofender a los dioses, ya no puedo hacer nada. Ahora no. En la vida se aprende que no hay que burlar a un ser superior, y que hay castigos peores que arder en el infierno.
Siento las cuerdas atadas con fuerza a mis muñecas, los hierros sosteniendo mis tobillos, y clavándoseme en la espalda los filos que sobresalen de la roca a la que estoy maniatado.
El sol empieza a salir, apenas llevo tres horas aquí, prisionero de mi mismo. Pues si estoy aquí es solo culpa mía.

Mis ojos se acostumbran poco a poco a la nueva luz, sin apenas notarlo. A mi alrededor no hay nadie ni nada. Solo el eco de mis silencios. Y descubro una figura acercarse, pequeña, volando hacia mí. Un majestuoso águila, de plumas oscuras, batiendo sus alas lentamente. Se acerca. De pronto se para frente a mi, con sus ojos vacíos, como si de voluntad careciese. Y baja lentamente junto a mi costado.

Empiezo a sentir dolor. No sé el por qué, el águila mi piel perfora, haciendo salir los mares de sangre que mis venas escondían. Dolor, agonía, arrepentimiento y de nuevo más dolor. Grito y solo me respondo a mi mismo, en el eco del desierto. Se me escapan los sollozos, los gemidos de sufrimiento. Pero la vida no. Inmortalidad, maldito el momento en que te conseguí. Ahora, traicionera, me persigues y no me permites calmar este dolor. El águila termina con su festín. Se marcha con el pico bañado en sangre, y me deja ahí, atado, con mis órganos destrozados, ensangrentados. Siento como mi hígado, mis entrañas, mi piel, se regeneran. Poco a poco, lentamente a lo largo de la tarde. En la noche continúa sanando, aún dolorido estoy.

Y sin saber por qué, mi mente me revela algo que, sin ninguna duda, puedo afirmar...

Mañana volverá.

lunes, 5 de abril de 2010

Juguemos

-¿Puedo proponeros un juego?- Pregunto confiada.

-Claro, ¿cuál?- Las miradas de los presentes por primera vez en toda la tarde se posan sobre mí, interrogantes y curiosas.

-A las imitaciones.

-Eso es aburrido...

-Lo sé, pero nunca jugamos, y si nos aburrimos podemos parar.

-Bueno, está bien, empieza tú.

-Vale.

Mi cara está seria, cruzo mis manos delante de mi pecho y paso el peso de todo mi cuerpo a la pierna derecha. Mis ojos miran a los demás, demostrando la evidencia de la persona a la que estoy imitando.
Todos empiezan a decir nombre, aunque solo han salido dos, y no tienen mucha relevancia. Finalmente alguien pregunta:

-¿Quién eres?

-Es fácil. Soy yo. Porque yo no tengo necesidad de imitar a nadie, porque estoy feliz conmigo misma, porque no sigo a los demás como si un fiel perro fuese. Y porque este juego sucede en la vida real, débiles de mente caen en las redes del más fuerte.

Nunca aprenderán.

sábado, 3 de abril de 2010

Palabras

La palabras son el mejor invento que ha creado el hombre. Ella te permiten reflejar lo que sientes, te dejan crear historias que nadie conoce, y son capaces de transmitirte algo tan intenso que te hagan reir, llorar, enfadarte...
Pero cuando las palabras no tienen sentido, nadie las comprende. Podrías tener la historia mas increíble, fascinante y especial en tu cabeza, pero si las palabras que describen tu trama son ilegibles, nadie verá esa historia como algo especial.
Aunque para algunos momentos, las palabras me parecen inútiles. Si amas a alguien, al decírselo sientes que aún te quedan muchas palabras más para demostrarlo, por ello utilizamos los abrazos, los besos, las miradas, las sonrisas...y estos reflejan un poco más lo que las palabras no pueden hacer.

En ocasiones siento que la palabra en mí es solo algo más. Algo que no llenará mi vida, solo escribiendo... no alcanzaría nada importante. En otras personas las palabras son imprescindibles en sus vidas, y por ello día a día se esfuerzan en mejorar. O simplemente disfrutan leyendo libros y escribiendo, solo porque les gusta.
No voy a negar que me guste esto de plasmar mis sentimientos en palabras, o inventar historias y escribirlas después. Aunque algunos digan que son buenas historias, o que las describo bien... es difícil de creer al contemplar después sus relatos, infinitamente superiores a los míos.
Y sé que no es una competición, pero cuando una persona lleva toda la vida siendo comparada por los demás y después de muchos años dejan de hacerlo, ella empieza a hacerlo, aunque siempre haya odiado a los que lo hacían.

Tampoco niego que piense que mis relatos o historias me gusten. Si las escribo y las muestro es porque realmente me satisfacen. Por eso voy a continuar, aunque sienta que cada día vaya a peor. Aunque me hunda el hecho de compararme. Aprenderé a dejar de hacerlo, aprenderé a mejorar y domesticaré a las palabras para que formen los textos que quiero crear.