jueves, 13 de diciembre de 2012

Mis Demonios

El humo es frío, las calles se distorsionan a mi paso. Suena un murmullo, una melodía disonante en el callejón del silencio. ¿Asomarse o seguir adelante?
Si te asomas la oscuridad invade tu mente, los Demonios de tu interior se manifiestan hasta dar por saciada la sed de sangre.
Si sigues adelante el camino comienza a borrarse, las complejas lineas del paisaje se derriten, convirtiendo las calles en un simple dibujo sin color. Una página en blanco con unos cuantos trazos decaídos.

La luz se apaga.
Al igual que las farolas comienzan a derretirse, los coches han decidido permanecer en mitad de la carretera. Inmóviles. Como todas las personas que yacen dentro. Muertas.
En el callejón resuena un acorde grave.
Dentro, ahora, aparece una nueva respiración. La mía.

Y la de mis Demonios.

¿Por qué no entrar? Si todo lo que está fuera ya está muerto.

martes, 12 de junio de 2012

Final

En esta noche no cabe el sueño, tan solo rememorar los momentos vividos. No recuerdan como se conocieron, tan solo el sentimiento en sus corazones. El mar permanece tranquilo, aguardando las palabras de ella, paciente, mientras la Luna acuna al oyente.
Él no es más que una sombra de todo lo que antaño fue. La ojeras abarcan discretas pero al mismo tiempo dejan ver perfectamente las noches acumuladas sin dormir. Normal que la Luna se muestre tan familiar.
Ella, muchacha de rostro pálido, sólo sonríe, con la mirada perdida entre las olas oscuras que rompen el silencio del momento. Nunca dije que fuera una sonrisa de dicha.

La paciencia toca su fin para dar paso a una conversación pendiente. ¿Qué nos hace el amor, que nos permite saber cuando algo va mal?
La muchacha permanece un momento más en silencio. Pocas palabras salen de sus labios, pero ellas van cargada de la doliente realidad.
Y él deja caer sus hombros al mismo instante de romper a llorar, para volver a levantarlos y abrazarla con desesperación.
Ella observa al mar mientras responde el abrazo. En una lágrima que deja caer la Luna, tímida aún, se refleja, y el llanto de su amado resuena sobre el mar.

No será la última noche, no esta.