viernes, 31 de diciembre de 2010

Feliz año nuevo ^^

Se cierra el telón de este año. Se abre el telón de uno nuevo cargado de diferentes sensaciones.
Feliz año nuevo. Feliz 2011.

[Porque la vida es como un teatro]

sábado, 25 de diciembre de 2010

Tic-tac

Desde siempre, desde que era un niño que no sabía el significado de la palabra "tiempo" en su totalidad, desde que no sabía que era algo impreciso, algo que realmente no es real, desde entonces me han gustado los relojes. De todo tipo, de pared, de muñeca, digitales, de bolsillo y sobretodo analógicos. Cada vez que podía compraba un reloj diferente al anterior. Y conforme me fui haciendo mayor obtuve cada vez más. Por otro lado, conocí a la mujer más hermosa y dulce que podáis imaginar y bueno, mi afición por los relojes disminuyó, pero aún así conservé todos los relojes que tenía hasta entonces. Dediqué mi vida a ella, y como quién tiene una vida normal, nos casamos y tuvimos nuestro primer hijo.
Todo se torció, nuestra paz, nuestra felicidad, el día en que Daniel, nuestro hijo, de ojos negros y pelo castaño, de piel pálida como su madre y nariz puntiaguda como la mía, ese niño al que quise creo que incluso más que a mi mujer murió atropellado con quince años. No, la vida no tenía sentido, solo me quedaba el recuerdo y... ¿su reloj despertador de metal? No sé por qué me interesó más conservar ese reloj que cualquiera de sus objetos personales, y sin dudarlo me deshice de todo cuanto pude hasta dejar la habitación vacía, aunque ahora esté destinada a guardar todos los relojes que tengo, hasta entonces guardados en el garaje sin apenas espacio para nada. Mi mujer... bueno, se podría decir que no fue la misma desde entonces y aquí me encuentro, reflexionando sobre una vida larga pero que se me hace corta.

-Hola, cariño.-Mi mujer llega de hacer algunas compras. Sigue hermosa, pero su mirada está cargada de pesar y mi corazón siente que esa mirada apaga el amor cada vez que la mira. No respondo, continúo ausente mirando la televisión sin realmente mirarla.
Supongo que paso toda la tarde sin hacer más que no hacer nada. Cae la noche y tras la cena, me dirijo a la habitación de los relojes y me concentro en pensar que siempre ha sido así.

-Nunca ha sido la habitación de nadie, nunca, jamás, solo la de mis relojes, solo para mis maravillosas reliquias.-Empiezo a parlotear lo mismo de cada noche. Escucho pasos dirigirse a la habitación.

-¡Deja de decir cada noche lo mismo!-Mi mujer enfadada empieza a soltar una cantidad de palabras que la verdad, no me interesan escuchar.-¡Esta era la habitación de tu hijo! ¿Recuerdas? ¡DANIEL!

Tras decir eso, empieza a llorar desconsoladamente. Yo permanezco de pie, sereno y escuchando como coge algunas cosas y se va al sofá. La idea de que esta noche la pasaré solo me es indiferente. Me dirijo a mi habitación y me tumbo con ropa en mi parte de la cama, junto al reloj despertador de metal.

Las diez.

Las once.

*Tic- tac* *Tic-tac*...

Las doce.

*Tic..........................Tac*

El reloj se detiene durante uno o dos segundos justo a la media noche. Pero estoy acostumbrado, este maldito reloj que cada noche cesa tu tic-tac a la hora exacta y que me incita a destrozarlo hasta no dejar ni los engranajes, es capaz de hacerme pensar cosas tan normales como la muerte, cadáveres, asesinatos, escondites. Pero soy lo suficientemente cuerdo como para saber que esas formas de matar y esconder son fáciles de hacer y difíciles de descubrir.

Y así cada noche, escuchar como el reloj se detiene, y justo al empezar de nuevo su movimiento comienzan los mensajes ocultos. Ya no he vuelto a dormir con mi mujer desde hace unos meses, y solo nos vemos a la hora de comer.

Es tarde, casi de noche, y tras un largo paseo regreso a casa para comer. Cuál es mi sorpresa al encontrar a mi mujer sin haber hecho la comida, pero sí las maletas.

-Deliot...yo... no puedo más con esta vida. Pensé que lo superaríamos juntos, la muerte de Daniel... pero me he visto sola, muy sola y no puedo más.-Comienza a llorar.-Ya no eres el mismo, te niegas a ver la realidad, te centras solo en tus malditos relojes y en tus absurdos pensamientos que jamás comprenderé. Lo siento, siento dejarlo todo, y siento rendirme, pero sé que tu ya te has rendido y no puedo luchar sola.

Al ver mi semblante neutro, ella llora aún más y se dispone a irse.

-Espera. Es muy tarde, deberías irte mañana, más temprano.

-No quería irme hasta darte la explicación de por qué me voy. No te preocupes por mí... bueno, más bien quiero decirte que he avisado a mi hermana y le dije que iría entre hoy y mañana, si me demoraba. Si necesitas algo, llámanos.

-Un momento, por favor, quédate esta noche, está oscuro y no quiero que vayas sola tan lejos. Solo esta noche.

Y así lo hizo. Esta noche de nuevo cenamos juntos, sin apenas dirigir palabra, su mirada siempre baja y decaída, y mi corazón ya sin sentimiento. En mi cabeza retumba lo que cada noche el reloj me incita a hacer.

Ella de nuevo duerme en el sofá y yo como de costumbre, voy a la habitación de los relojes y después a mi cama.

Las diez.

Las once.

*Tic-tac* *Tic-tac*...

Las doce.

Tic...........................tac*

Comienza de nuevo. Tic-mata, tac-la, tic-mata, tac-la...Tic...¿Mata?...Tac...¿La?...M-Á-T-A-L-A.

Ella se va a ir, de mí casa, me va a dejar solo, con mis relojes. No puede irse. Claro, el reloj es la respuesta. Cojo el reloj despertador de metal y en silencio, de forma cautelosa, me dirijo al salón. Ahí está ella, durmiendo como buenamente puede. No puede irse, dijeron juntos hasta que la muerte nos separe. ¿Y quién dice que la muerte puede separarnos? Al fin y al cabo, Daniel me lleva mandando mensajes desde que murió a través del reloj. No sé como lo estoy haciendo. He colocado la almohada sobre su nariz y su boca, dejando solo sus ojos, abiertos y mirándome con terror y como siempre, con esa maldita tristeza, y empiezo a golpear tu cabeza con el reloj.

*TIC-TAC* *TIC-TAC* El tictac es cada vez mas fuerte, acompasa a los latidos de su corazón que también retumban en mi cabeza, casi puedo imaginar a los vecinos quejándose por tanto escándalo, aunque estoy lo suficientemente cuerdo como para saber, que es imposible que se oiga el más mínimo ruido. Los latidos del corazón cesan, y el tictac vuelve a ser normal. El reloj lleno de sangre, al igual que la almohada y la sábana que cubre el sofá.
La cojo en brazos, a ella, al reloj y cubro a ambos con la sábana. Permanezco toda la noche en la sala de los relojes, escondiendo el cuerpo bajo los tablones del suelo. Nadie jamás notaría el cambio.

A la mañana, Susan, la hermana de mi mujer, viene preguntando por ella. Le explico tan convincente y serio que estoy seguro de que se ha creido que se ha marchado de viaje para despejarse de toda esta pesadilla.Si no vuelve puede pensar que la han secuestrado o asesinado allí mismo. Mientras tanto, conversamos en la sala de los relojes, totalmente confiado de que jamás descubriría que justo debajo de ella se halla su hermana.

*Tic-tac* *Tic-tac*

Comienzo a escuchar el reloj que, en un descuido, he olvidado quitar antes de esconder las pilas y ahora suena como el rugido de un león. Casi puedo ver palpitar el suelo, justo donde ella está escondida. Susan se va y comprendo que, ya que estoy cuerdo, jamás escuchará el tictac de debajo del suelo en una sala llena de relojes.

sábado, 11 de diciembre de 2010

¡Pu!

Por fín llegamos a nuestra habitación. En un solo día he visto demasiadas caras y escuchado demasiados nombres, y a este ritmo voy a acabar llamando a Phoenix por el nombre de Dante. No sé si me odiaría por ello.
Y aquí estamos, jugando y bromeando sobre la cama, bueno, a los pies de la cama. Parecemos un rollito de carne y mantas.
Empezamos a pelearnos con las almohadas, ¿y qué pasa?, lógicamente nos caemos al suelo y nos quedamos atrapados entre las mantas. Al subir a la cama, y montar una buena con las mantas, acabamos cara a cara, y...

-¡Pu!-Digo mientras toco mi nariz contra la suya.

¿¿Pu?? ¿¿Cómo qué Pu?? ¡Pero Crhystalle, mira que cara se le ha quedado! ¡Deja de hacer el ridículo por una vez!
Lo que no entiendo es por qué hago el ridículo, si solo hago lo de siempre, ¿no? Entonces... ¿Por qué me parecen tan... suaves y tiernos sus labios? No lo entiendo, es el mismo de siempre, el mismo pamplinas de siempre. Pero es mi pamplinas.

-Buenas noches.-Le oigo decir.

-Buenas noches.-Le contesto.

Trás ello cierro los ojos, mientras susurramos algunas cosas antes de caer dormidos tan cerca y a la vez, tan lejos.

domingo, 5 de diciembre de 2010

Pérdida encontrada

Recuerdo el momento anterior a toda este sangriento espectáculo. Un amanecer, bromas, risas y un hermoso baile, en el cual todos me miraban extrañados bailar a solas. Pero no lo estaba. Ahora se encuentra atrapado, mientras intento deshacerme de ese carnicero al que ya ví en otra ocasión.

Todo se vuelve borroso en mi mente, pero sé que ahora está a salvo. Me aterra la idea de que se aleje de mi lado una vez más.

[¿Qué es este sentimiento?]

miércoles, 10 de noviembre de 2010

Echar de menos

Echo de menos ser pequeña. Aunque aún no sea mayor hay cosas que ya no quedan.
Cuando sea adulta echaré de menos la niñez y la adolescencia.
Cuando sea una anciana que lo ha vivido todo en la vida echaré de menos la ignorancia frente al mundo.
Y cuando muera simplemente echaré de menos la vida.

[La vida corre, no dejes que te adelante.]

domingo, 17 de octubre de 2010

Cumpleblog

¡Ey, se me pasó la fecha de mi cumpleblog!
Pues eso, un año con este blog, desde el día 5 de octubre del 2009.
Aún nos quedan muchas cosas por contar y muchas historias por conocer.

[Continuamos en el mundo de las palabras]

miércoles, 22 de septiembre de 2010

Violeta

Temprano ella se despierta
floreciendo sutilmente,
pétalos color violeta
por el frío que entumece,
y mirando como empieza
el sol a derretir ese
vidrio que la tiene esclava.
En la tarde está morada
sigue frágil cuán cristal,
es tan triste su mirada;
se teme desconsolar.
Es la noche la acusada
de este crimen planear.
Azul y blanco porcelana
sus pétalos como cal,
yace marchita cansada
su Amor la besa y se va.

Llorando desconsolada
en un desierto la llama,
grita ahora sin parar.
Sus pétalos ya no están.

El gato negro

No espero ni pido que alguien crea en el extraño aunque simple relato que me dispongo a escribir. Loco estaría si lo esperara, cuando mis sentidos rechazan su propia evidencia. Pero no estoy loco y sé muy bien que esto no es un sueño. Mañana voy a morir y quisiera aliviar hoy mi alma. Mi propósito inmediato consiste en poner de manifiesto, simple, sucintamente y sin comentarios, una serie de episodios domésticos. Las consecuencias de esos episodios me han aterrorizado, me han torturado y, por fin, me han destruido. Pero no intentaré explicarlos. Si para mí han sido horribles, para otros resultarán menos espantosos que barrocos. Más adelante, tal vez, aparecerá alguien cuya inteligencia reduzca mis fantasmas a lugares comunes; una inteligencia más serena, más lógica y mucho menos excitable que la mía, capaz de ver en las circunstancias que temerosamente describiré, una vulgar sucesión de causas y efectos naturales.
Desde la infancia me destaqué por la docilidad y bondad de mi carácter. La ternura que abrigaba mi corazón era tan grande que llegaba a convertirme en objeto de burla para mis compañeros. Me gustaban especialmente los animales, y mis padres me permitían tener una gran variedad. Pasaba a su lado la mayor parte del tiempo, y jamás me sentía más feliz que cuando les daba de comer y los acariciaba. Este rasgo de mi carácter creció conmigo y, cuando llegué a la virilidad, se convirtió en una de mis principales fuentes de placer. Aquellos que alguna vez han experimentado cariño hacia un perro fiel y sagaz no necesitan que me moleste en explicarles la naturaleza o la intensidad de la retribución que recibía. Hay algo en el generoso y abnegado amor de un animal que llega directamente al corazón de aquel que con frecuencia ha probado la falsa amistad y la frágil fidelidad del hombre.

Me casé joven y tuve la alegría de que mi esposa compartiera mis preferencias. Al observar mi gusto por los animales domésticos, no perdía oportunidad de procurarme los más agradables de entre ellos. Teníamos pájaros, peces de colores, un hermoso perro, conejos, un monito y un gato.

Este último era un animal de notable tamaño y hermosura, completamente negro y de una sagacidad asombrosa. Al referirse a su inteligencia, mi mujer, que en el fondo era no poco supersticiosa, aludía con frecuencia a la antigua creencia popular de que todos los gatos negros son brujas metamorfoseadas. No quiero decir que lo creyera seriamente, y sólo menciono la cosa porque acabo de recordarla.

Plutón -tal era el nombre del gato- se había convertido en mi favorito y mi camarada. Sólo yo le daba de comer y él me seguía por todas partes en casa. Me costaba mucho impedir que anduviera tras de mí en la calle.

Nuestra amistad duró así varios años, en el curso de los cuales (enrojezco al confesarlo) mi temperamento y mi carácter se alteraron radicalmente por culpa del demonio. Intemperancia. Día a día me fui volviendo más melancólico, irritable e indiferente hacia los sentimientos ajenos. Llegué, incluso, a hablar descomedidamente a mi mujer y terminé por infligirle violencias personales. Mis favoritos, claro está, sintieron igualmente el cambio de mi carácter. No sólo los descuidaba, sino que llegué a hacerles daño. Hacia Plutón, sin embargo, conservé suficiente consideración como para abstenerme de maltratarlo, cosa que hacía con los conejos, el mono y hasta el perro cuando, por casualidad o movidos por el afecto, se cruzaban en mi camino. Mi enfermedad, empero, se agravaba -pues, ¿qué enfermedad es comparable al alcohol?-, y finalmente el mismo Plutón, que ya estaba viejo y, por tanto, algo enojadizo, empezó a sufrir las consecuencias de mi mal humor.

Una noche en que volvía a casa completamente embriagado, después de una de mis correrías por la ciudad, me pareció que el gato evitaba mi presencia. Lo alcé en brazos, pero, asustado por mi violencia, me mordió ligeramente en la mano. Al punto se apoderó de mí una furia demoníaca y ya no supe lo que hacía. Fue como si la raíz de mi alma se separara de golpe de mi cuerpo; una maldad más que diabólica, alimentada por la ginebra, estremeció cada fibra de mi ser. Sacando del bolsillo del chaleco un cortaplumas, lo abrí mientras sujetaba al pobre animal por el pescuezo y, deliberadamente, le hice saltar un ojo. Enrojezco, me abraso, tiemblo mientras escribo tan condenable atrocidad.

Cuando la razón retornó con la mañana, cuando hube disipado en el sueño los vapores de la orgía nocturna, sentí que el horror se mezclaba con el remordimiento ante el crimen cometido; pero mi sentimiento era débil y ambiguo, no alcanzaba a interesar al alma. Una vez más me hundí en los excesos y muy pronto ahogué en vino los recuerdos de lo sucedido.

El gato, entretanto, mejoraba poco a poco. Cierto que la órbita donde faltaba el ojo presentaba un horrible aspecto, pero el animal no parecía sufrir ya. Se paseaba, como de costumbre, por la casa, aunque, como es de imaginar, huía aterrorizado al verme. Me quedaba aún bastante de mi antigua manera de ser para sentirme agraviado por la evidente antipatía de un animal que alguna vez me había querido tanto. Pero ese sentimiento no tardó en ceder paso a la irritación. Y entonces, para mi caída final e irrevocable, se presentó el espíritu de la perversidad. La filosofía no tiene en cuenta a este espíritu; y, sin embargo, tan seguro estoy de que mi alma existe como de que la perversidad es uno de los impulsos primordiales del corazón humano, una de las facultades primarias indivisibles, uno de esos sentimientos que dirigen el carácter del hombre. ¿Quién no se ha sorprendido a sí mismo cien veces en momentos en que cometía una acción tonta o malvada por la simple razón de que no debía cometerla? ¿No hay en nosotros una tendencia permanente, que enfrenta descaradamente al buen sentido, una tendencia a transgredir lo que constituye la Ley por el solo hecho de serlo? Este espíritu de perversidad se presentó, como he dicho, en mi caída final. Y el insondable anhelo que tenía mi alma de vejarse a sí misma, de violentar su propia naturaleza, de hacer mal por el mal mismo, me incitó a continuar y, finalmente, a consumar el suplicio que había infligido a la inocente bestia. Una mañana, obrando a sangre fría, le pasé un lazo por el pescuezo y lo ahorqué en la rama de un árbol; lo ahorqué mientras las lágrimas manaban de mis ojos y el más amargo remordimiento me apretaba el corazón; lo ahorqué porque recordaba que me había querido y porque estaba seguro de que no me había dado motivo para matarlo; lo ahorqué porque sabía que, al hacerlo, cometía un pecado, un pecado mortal que comprometería mi alma hasta llevarla -si ello fuera posible- más allá del alcance de la infinita misericordia del Dios más misericordioso y más terrible.

La noche de aquel mismo día en que cometí tan cruel acción me despertaron gritos de: "¡Incendio!" Las cortinas de mi cama eran una llama viva y toda la casa estaba ardiendo. Con gran dificultad pudimos escapar de la conflagración mi mujer, un sirviente y yo. Todo quedó destruido. Mis bienes terrenales se perdieron y desde ese momento tuve que resignarme a la desesperanza.

No incurriré en la debilidad de establecer una relación de causa y efecto entre el desastre y mi criminal acción. Pero estoy detallando una cadena de hechos y no quiero dejar ningún eslabón incompleto. Al día siguiente del incendio acudí a visitar las ruinas. Salvo una, las paredes se habían desplomado. La que quedaba en pie era un tabique divisorio de poco espesor, situado en el centro de la casa, y contra el cual se apoyaba antes la cabecera de mi lecho. El enlucido había quedado a salvo de la acción del fuego, cosa que atribuí a su reciente aplicación. Una densa muchedumbre habíase reunido frente a la pared y varias personas parecían examinar parte de la misma con gran atención y detalle. Las palabras "¡extraño!, ¡curioso!" y otras similares excitaron mi curiosidad. Al aproximarme vi que en la blanca superficie, grabada como un bajorrelieve, aparecía la imagen de un gigantesco gato. El contorno tenía una nitidez verdaderamente maravillosa. Había una soga alrededor del pescuezo del animal.

Al descubrir esta aparición -ya que no podía considerarla otra cosa- me sentí dominado por el asombro y el terror. Pero la reflexión vino luego en mi ayuda. Recordé que había ahorcado al gato en un jardín contiguo a la casa. Al producirse la alarma del incendio, la multitud había invadido inmediatamente el jardín: alguien debió de cortar la soga y tirar al gato en mi habitación por la ventana abierta. Sin duda, habían tratado de despertarme en esa forma. Probablemente la caída de las paredes comprimió a la víctima de mi crueldad contra el enlucido recién aplicado, cuya cal, junto con la acción de las llamas y el amoniaco del cadáver, produjo la imagen que acababa de ver.

Si bien en esta forma quedó satisfecha mi razón, ya que no mi conciencia, sobre el extraño episodio, lo ocurrido impresionó profundamente mi imaginación. Durante muchos meses no pude librarme del fantasma del gato, y en todo ese tiempo dominó mi espíritu un sentimiento informe que se parecía, sin serlo, al remordimiento. Llegué al punto de lamentar la pérdida del animal y buscar, en los viles antros que habitualmente frecuentaba, algún otro de la misma especie y apariencia que pudiera ocupar su lugar.

Una noche en que, borracho a medias, me hallaba en una taberna más que infame, reclamó mi atención algo negro posado sobre uno de los enormes toneles de ginebra que constituían el principal moblaje del lugar. Durante algunos minutos había estado mirando dicho tonel y me sorprendió no haber advertido antes la presencia de la mancha negra en lo alto. Me aproximé y la toqué con la mano. Era un gato negro muy grande, tan grande como Plutón y absolutamente igual a éste, salvo un detalle. Plutón no tenía el menor pelo blanco en el cuerpo, mientras este gato mostraba una vasta aunque indefinida mancha blanca que le cubría casi todo el pecho.

Al sentirse acariciado se enderezó prontamente, ronroneando con fuerza, se frotó contra mi mano y pareció encantado de mis atenciones. Acababa, pues, de encontrar el animal que precisamente andaba buscando. De inmediato, propuse su compra al tabernero, pero me contestó que el animal no era suyo y que jamás lo había visto antes ni sabía nada de él.

Continué acariciando al gato y, cuando me disponía a volver a casa, el animal pareció dispuesto a acompañarme. Le permití que lo hiciera, deteniéndome una y otra vez para inclinarme y acariciarlo. Cuando estuvo en casa, se acostumbró a ella de inmediato y se convirtió en el gran favorito de mi mujer.

Por mi parte, pronto sentí nacer en mí una antipatía hacia aquel animal. Era exactamente lo contrario de lo que había anticipado, pero -sin que pueda decir cómo ni por qué- su marcado cariño por mí me disgustaba y me fatigaba. Gradualmente, el sentimiento de disgusto y fatiga creció hasta alcanzar la amargura del odio. Evitaba encontrarme con el animal; un resto de vergüenza y el recuerdo de mi crueldad de antaño me vedaban maltratarlo. Durante algunas semanas me abstuve de pegarle o de hacerlo víctima de cualquier violencia; pero gradualmente -muy gradualmente- llegué a mirarlo con inexpresable odio y a huir en silencio de su detestable presencia, como si fuera una emanación de la peste.

Lo que, sin duda, contribuyó a aumentar mi odio fue descubrir, a la mañana siguiente de haberlo traído a casa, que aquel gato, igual que Plutón, era tuerto. Esta circunstancia fue precisamente la que lo hizo más grato a mi mujer, quien, como ya dije, poseía en alto grado esos sentimientos humanitarios que alguna vez habían sido mi rasgo distintivo y la fuente de mis placeres más simples y más puros.

El cariño del gato por mí parecía aumentar en el mismo grado que mi aversión. Seguía mis pasos con una pertinencia que me costaría hacer entender al lector. Dondequiera que me sentara venía a ovillarse bajo mi silla o saltaba a mis rodillas, prodigándome sus odiosas caricias. Si echaba a caminar, se metía entre mis pies, amenazando con hacerme caer, o bien clavaba sus largas y afiladas uñas en mis ropas, para poder trepar hasta mi pecho. En esos momentos, aunque ansiaba aniquilarlo de un solo golpe, me sentía paralizado por el recuerdo de mi primer crimen, pero sobre todo -quiero confesarlo ahora mismo- por un espantoso temor al animal.

Aquel temor no era precisamente miedo de un mal físico y, sin embargo, me sería imposible definirlo de otra manera. Me siento casi avergonzado de reconocer, sí, aún en esta celda de criminales me siento casi avergonzado de reconocer que el terror, el espanto que aquel animal me inspiraba, era intensificado por una de las más insensatas quimeras que sería dado concebir. Más de una vez mi mujer me había llamado la atención sobre la forma de la mancha blanca de la cual ya he hablado, y que constituía la única diferencia entre el extraño animal y el que yo había matado. El lector recordará que esta mancha, aunque grande, me había parecido al principio de forma indefinida; pero gradualmente, de manera tan imperceptible que mi razón luchó durante largo tiempo por rechazarla como fantástica, la mancha fue asumiendo un contorno de rigurosa precisión. Representaba ahora algo que me estremezco al nombrar, y por ello odiaba, temía y hubiera querido librarme del monstruo si hubiese sido capaz de atreverme; representaba, digo, la imagen de una cosa atroz, siniestra..., ¡la imagen del patíbulo! ¡Oh lúgubre y terrible máquina del horror y del crimen, de la agonía y de la muerte!

Me sentí entonces más miserable que todas las miserias humanas. ¡Pensar que una bestia, cuyo semejante había yo destruido desdeñosamente, una bestia era capaz de producir tan insoportable angustia en un hombre creado a imagen y semejanza de Dios! ¡Ay, ni de día ni de noche pude ya gozar de la bendición del reposo! De día, aquella criatura no me dejaba un instante solo; de noche, despertaba hora a hora de los más horrorosos sueños, para sentir el ardiente aliento de la cosa en mi rostro y su terrible peso -pesadilla encarnada de la que no me era posible desprenderme- apoyado eternamente sobre mi corazón.

Bajo el agobio de tormentos semejantes, sucumbió en mí lo poco que me quedaba de bueno. Sólo los malos pensamientos disfrutaban ya de mi intimidad; los más tenebrosos, los más perversos pensamientos. La melancolía habitual de mi humor creció hasta convertirse en aborrecimiento de todo lo que me rodeaba y de la entera humanidad; y mi pobre mujer, que de nada se quejaba, llegó a ser la habitual y paciente víctima de los repentinos y frecuentes arrebatos de ciega cólera a que me abandonaba.

Cierto día, para cumplir una tarea doméstica, me acompañó al sótano de la vieja casa donde nuestra pobreza nos obligaba a vivir. El gato me siguió mientras bajaba la empinada escalera y estuvo a punto de tirarme cabeza abajo, lo cual me exasperó hasta la locura. Alzando un hacha y olvidando en mi rabia los pueriles temores que hasta entonces habían detenido mi mano, descargué un golpe que hubiera matado instantáneamente al animal de haberlo alcanzado. Pero la mano de mi mujer detuvo su trayectoria. Entonces, llevado por su intervención a una rabia más que demoníaca, me zafé de su abrazo y le hundí el hacha en la cabeza. Sin un solo quejido, cayó muerta a mis pies.

Cumplido este espantoso asesinato, me entregué al punto y con toda sangre fría a la tarea de ocultar el cadáver. Sabía que era imposible sacarlo de casa, tanto de día como de noche, sin correr el riesgo de que algún vecino me observara. Diversos proyectos cruzaron mi mente. Por un momento pensé en descuartizar el cuerpo y quemar los pedazos. Luego se me ocurrió cavar una tumba en el piso del sótano. Pensé también si no convenía arrojar el cuerpo al pozo del patio o meterlo en un cajón, como si se tratara de una mercadería común, y llamar a un mozo de cordel para que lo retirara de casa. Pero, al fin, di con lo que me pareció el mejor expediente y decidí emparedar el cadáver en el sótano, tal como se dice que los monjes de la Edad Media emparedaban a sus víctimas.

El sótano se adaptaba bien a este propósito. Sus muros eran de material poco resistente y estaban recién revocados con un mortero ordinario, que la humedad de la atmósfera no había dejado endurecer. Además, en una de las paredes se veía la saliencia de una falsa chimenea, la cual había sido rellenada y tratada de manera semejante al resto del sótano. Sin lugar a dudas, sería muy fácil sacar los ladrillos en esa parte, introducir el cadáver y tapar el agujero como antes, de manera que ninguna mirada pudiese descubrir algo sospechoso.

No me equivocaba en mis cálculos. Fácilmente saqué los ladrillos con ayuda de una palanca y, luego de colocar cuidadosamente el cuerpo contra la pared interna, lo mantuve en esa posición mientras aplicaba de nuevo la mampostería en su forma original. Después de procurarme argamasa, arena y cerda, preparé un enlucido que no se distinguía del anterior y revoqué cuidadosamente el nuevo enladrillado. Concluida la tarea, me sentí seguro de que todo estaba bien. La pared no mostraba la menor señal de haber sido tocada. Había barrido hasta el menor fragmento de material suelto. Miré en torno, triunfante, y me dije: "Aquí, por lo menos, no he trabajado en vano".

Mi paso siguiente consistió en buscar a la bestia causante de tanta desgracia, pues al final me había decidido a matarla. Si en aquel momento el gato hubiera surgido ante mí, su destino habría quedado sellado, pero, por lo visto, el astuto animal, alarmado por la violencia de mi primer acceso de cólera, se cuidaba de aparecer mientras no cambiara mi humor. Imposible describir o imaginar el profundo, el maravilloso alivio que la ausencia de la detestada criatura trajo a mi pecho. No se presentó aquella noche, y así, por primera vez desde su llegada a la casa, pude dormir profunda y tranquilamente; sí, pude dormir, aun con el peso del crimen sobre mi alma.

Pasaron el segundo y el tercer día y mi atormentador no volvía. Una vez más respiré como un hombre libre. ¡Aterrado, el monstruo había huido de casa para siempre! ¡Ya no volvería a contemplarlo! Gozaba de una suprema felicidad, y la culpa de mi negra acción me preocupaba muy poco. Se practicaron algunas averiguaciones, a las que no me costó mucho responder. Incluso hubo una perquisición en la casa; pero, naturalmente, no se descubrió nada. Mi tranquilidad futura me parecía asegurada.

Al cuarto día del asesinato, un grupo de policías se presentó inesperadamente y procedió a una nueva y rigurosa inspección. Convencido de que mi escondrijo era impenetrable, no sentí la más leve inquietud. Los oficiales me pidieron que los acompañara en su examen. No dejaron hueco ni rincón sin revisar. Al final, por tercera o cuarta vez, bajaron al sótano. Los seguí sin que me temblara un solo músculo. Mi corazón latía tranquilamente, como el de aquel que duerme en la inocencia. Me paseé de un lado al otro del sótano. Había cruzado los brazos sobre el pecho y andaba tranquilamente de aquí para allá. Los policías estaban completamente satisfechos y se disponían a marcharse. La alegría de mi corazón era demasiado grande para reprimirla. Ardía en deseos de decirles, por lo menos, una palabra como prueba de triunfo y confirmar doblemente mi inocencia.

-Caballeros -dije, por fin, cuando el grupo subía la escalera-, me alegro mucho de haber disipado sus sospechas. Les deseo felicidad y un poco más de cortesía. Dicho sea de paso, caballeros, esta casa está muy bien construida... (En mi frenético deseo de decir alguna cosa con naturalidad, casi no me daba cuenta de mis palabras). Repito que es una casa de excelente construcción. Estas paredes... ¿ya se marchan ustedes, caballeros?... tienen una gran solidez.

Y entonces, arrastrado por mis propias bravatas, golpeé fuertemente con el bastón que llevaba en la mano sobre la pared del enladrillado tras de la cual se hallaba el cadáver de la esposa de mi corazón.

¡Que Dios me proteja y me libre de las garras del archidemonio! Apenas había cesado el eco de mis golpes cuando una voz respondió desde dentro de la tumba. Un quejido, sordo y entrecortado al comienzo, semejante al sollozar de un niño, que luego creció rápidamente hasta convertirse en un largo, agudo y continuo alarido, anormal, como inhumano, un aullido, un clamor de lamentación, mitad de horror, mitad de triunfo, como sólo puede haber brotado en el infierno de la garganta de los condenados en su agonía y de los demonios exultantes en la condenación.

Hablar de lo que pensé en ese momento sería locura. Presa de vértigo, fui tambaleándome hasta la pared opuesta. Por un instante el grupo de hombres en la escalera quedó paralizado por el terror. Luego, una docena de robustos brazos atacaron la pared, que cayó de una pieza. El cadáver, ya muy corrompido y manchado de sangre coagulada, apareció de pie ante los ojos de los espectadores. Sobre su cabeza, con la roja boca abierta y el único ojo como de fuego, estaba agazapada la horrible bestia cuya astucia me había inducido al asesinato y cuya voz delatadora me entregaba al verdugo. ¡Había emparedado al monstruo en la tumba!

[Edgar Allan Poe]

martes, 14 de septiembre de 2010

Paredes blancas

Los sonidos son piedras
que se encajan,
que se incrustan en mis oidos
mi sonrisa es...vacía,
y tu sonrisa es...¿torcida?
¡ya, no lo haré!
de aquí soy, ¡así soy!
y no me seguiré, no me detendré
no me juzgues más, que no cambiaré, ¡no!

¿Crees estar...cuerdo?
¡Pero no por favor no me sientes en esa silla!
¿Acaso me tienes...miedo?

Sigo a la naturaleza, sigo mis instintos
¿Alguna vez lo has oído?
Yo escucho un reloj y está tan cerca
cerca, esta tan cerca.

Solamente las paredes blancas me conocen
y me platican todas las noches
de todos los que han visto llegar;
Llegar hasta aquí...
¿De cuántos, y de cuáles?

Estoy muy cansada, muy cansada de esta plática,
¿Qué quieren de mí? ¿qué?
¡Ustedes me trajeron!
¡Y seguiré, seguiré, seguiré, y seguire!

Y recuerdo esa linda casa, un profundo bosque,
mi muñeca rota, fuego en la ciudad.
¡Oh, que buenas remembranzas!

¿Cómo lo recuerdas? ¿Por qué la sangre?
Limpia tus labios...azules,azules,sí azules,azules,azules,azules.
ese viento recorriéndome lo pintaba todo de azul,
¡sí hasta los ojos del miedo, lo juro!
los hubiera pintado de haber estado.. ahí

¡Porque fue divertido, muy divertido, muy divertido
muy muy divertido, muy muy divertido!

Sigo la naturaleza, sigo mis instintos
¿Alguna vez lo has oido?
Yo escucho el reloj
y esta muy muy cerca

Y solamente las paredes blancas me conocen
y me platican todas las noches de todos
los que han visto llegar,
llegar hasta aquí, de cuántos
¡cuántos cuántos cuántos cuántos cuántos cuántos
cuántos cuántos cuántos cuántos cuántos y cuáles!

¿Por qué me miran a mí?
...si ustedes son los locos...

[El cuervo de Poe]

viernes, 10 de septiembre de 2010

No need to say goodbye

Un tren, una persona, un destino. Vemos como se aleja. Pero solo en nuestros pensamientos. Ahora ese tren viaja. No importan los kilómetros... siempre estarás cerca.

Hasta pronto, amigo.

martes, 7 de septiembre de 2010

#100

Bueno, y aquí está la entrada número cien. No es que sean muchas, pero conociéndome sé que es un pequeño logro haber conseguido este objetivo, que me puse para antes de hacer un año aquí, en blogger. Este blog cumplirá el mes que viene ese año, y al parecer, tendre cien o más entradas. Espero que mis pequeñas tonterías os entretengan y no os hagan pensar que perdeis el tiempo. Al fin y al cabo, no soy perfecta, pero si me gusta hacer esto... ¿por qué no hacerlo?

En fin, pocos lectores que me siguen, si de verdad me sigue alguno, seguiré compartiendo mis escritos con vosotros.

P.D: No olvidéis comentarme, que queráis o no, hace ilusión.

La Luna os manda recuerdos desde su antifaz oculto.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Mirada

Son marrones como el chocolate
con ese brillo de felicidad extrema,
que acompañan tu sonrisa y hacen
amagos de encontrarse mis lentas
caricias, piel de terciopelo, amarte
es tan fácil como tenerte cerca.

[No olvides que es chocolate aguado está malo.]

sábado, 4 de septiembre de 2010

Nada como tú.

¿Cómo te puedo explicar que eres la llama que alumbra mi hogar? Nunca he visto nada como tú. Con solo escuchar tu voz, me das la calma, la fuerza, el amor. No he sentido nada como tú.

Warcry

sábado, 28 de agosto de 2010

Vida muerta

El cielo claro, los rayos de Sol
que bañan los verdes prados. Flores
que nacen de tierra y agua, calor
acogedor, brisas que acarician, torpes
pasos de animales prematuros, claros
estanques de agua limpia y cristalina.

Era extraño no ver aullar a un lobo,
oir los cantos matutinos de las aves,
sentir la brisa de la noche, que solo
traía paz. Ahora todo está del revés.

Seres que destruyen con solo tocar,
que impiden la vida lejana a su especie.
Un mundo que respiraba tranquilo, ahora
respira contaminado. Un mundo muerto.

Un cielo oscuro, nocivos rayos de Sol
que ahora queman al más fuerte. Flores
arrancadas de sus vidas, calor
abrasador, cada vez mayor, vientos fuertes
que destruyen edificios. Antes claros,
ahora sucios pantanos de lodo.

[Naturaleza muerta, solo me inspiras desastres.]

jueves, 26 de agosto de 2010

Fracasos

Los fracasos más humillantes
de ese hombre de pelo blanco,
perdido todo está, en su semblante
ni la tristeza se percibe, bajo
su oscuro pasado se esconde.

-"¿Qué te pasa, hombre de mirada
perdida, que parece flor marchita
en un prado verde lleno de esperanza?"

-"Perdido todo está.-le dijo el hombre
al ente sin rostro.-Ahora tan solo vagar
sin rumbo en el edén de mi tristeza.¡Oh, pobre
de mí, que sin nada me quedé por no pagar
esa deuda pendiente! Ya nada queda."

-"¿Si la solución fuera dejar de ver
el fracaso, a cambio de entregar tu corazón
desangrado, que ni late, que ni duerme...
aceptarías el trato?"

Sin opciones diferentes el hombre acepta
encantado. Más su tristeza aumenta, el ente
le ha engañado. Sin ojos ni corazón, espera
su destino; que la muerte se lo lleve
a las oscuras entrañas de la Tierra.

martes, 24 de agosto de 2010

Sueños muertos

Luceros del rostro que reflejan tristeza,
petalos de rosa inclinados hacia abajo,
surcos de lágrimas que descendieron, ligeras.
Suspiros anheladores expulsados con trabajo.

Un Amor destinado a desangrarse eternamente
en el lecho de los cadáveres de mis sueños.
No deseé algo efímero, solo algo permanente;
en mi vida, ahora vacía, no caben los lamentos.

La noche llega gritando, golpeando mi ventana.
El día se fue llorando sin despedirse; olvido
mi semblante alegre, ojos cerrados, ahora tirada
en el suelo estoy, inerte. Solo recuerdo lo vivido,
hasta que el corazón lo evade.

domingo, 22 de agosto de 2010

Tres corazones

Tres corazones tristes sobre el río de sangre
clamaban al cielo paz, clamaban al cielo guerra.
Un corazón dividido en un sentimiento cobarde
y otro sincero, que ciega los ojos con una venda.
¡Truenan recuerdos rotos reclamando revivir!

Cuchillos afilados en manos descontroladas,
coléricos, fríos como su mirada llena de pesar
y angustia; relucientes y brillantes...hasta
la Luna de plata tiembla desde su oscura esfera.
Una Luna dividida entre dos bandos enfrentados.

Ya solo queda el recuerdo de un amor vencido,
lascivo y lujurioso, como ese sentimiento cobarde
que tan solo inocente jugaba sin ser dividido.
La Luna llora lamentando la lluvia de roja sangre
derramada por manos que solo su amor buscaba.

viernes, 13 de agosto de 2010

Diosa

En una fachada baja, su cuerpo reposaría,
como una rosa blanca dejada por sí misma.
Y sus labios ardiendo, con los míos se juntarían;
navegar por el cielo, unir así nuestras vidas.

A mis ojos soñadores, la más hermosa diosa,
recostada en brazos mortales, caricias humildes,
temblores discretos y miradas no recelosas.

Sin suficiente cercanía, mi alma salir desea
de su prisión de piel y hueso, para acudir a la tuya.

"Mi diosa morena, es amarga la tranquila espera,
tan solo como recompensa rozar tu blanca piel
y en tu frente pálida flotar, sin rumbo, eterna."

Un frescor inesperado alivia nuestro calor.
Nuestro calor ahora apagado, por el grito de mi diosa,
acostada sobre mi pecho, con los párpados bajos;
y palabras de una mortal enamorada, sin ser prosa
rompen el silencio y arrancan su sonrisa, su amor.

Venus

En la tranquila noche mis nostalgias amargas sufría.
En busca de aquietud bajé al fresco y callado jardín.
En el oscuro cielo Venus bella temblando lucía,
como incrustado en ébano un dorado y divino jazmín.

A mi alma enamorada, una reina oriental parecía,
que esperaba a su amante bajo el techo de su camarín,
o que, llevada en hombros, la profunda extensión recorría,
triunfante y luminosa, recostada sobre un palaquín.

<<¡Oh, reina rubia!, díjele, mi alma quiere dejar su crisálida
y volar hacia ti, y tus labios de fuego besar;
y flotar en el nimbo que derrama en tu frente pálida,

y si en siderales éxtasis no dejarte un momento de amar.>>
El aire de la noche refrescaba la atmósfera cálida.
Venus, desde el abismo, mi miraba con triste mirar.

Rubén Darío

miércoles, 11 de agosto de 2010

Lejos

¡FUERA HIPOCRESÍAS Y LA GENTE SIN PERSONALIDAD!
LEJOS DE MI MUNDO, ME QUEDO CON MIS AMIGOS SINCEROS.

Jamás perdono ni olvido.

Retos

Te describo el primer rayo de luz que ve un ciego.
La primera palabra que aprende a decir un mudo.
El primer sonido que llega a escuchar un sordo.
Los primeros relatos que aprende a escribir una persona sin manos.
El primer paso que da un inválido.

Pero como me es imposible relatarlo, te cedo el reto para que lo superes.

jueves, 29 de julio de 2010

Regalos

Regalo mis historias más secretas, y lo poco que aprendí relatando.

Regalo mi poco talento artístico, la escasa gracia con el pincel y colores, lo mínimo que conseguí entender en pocos años de improvisación.

Regalo mis pies, torpes a la hora de seguir un ritmo simple, catastróficos al seguir uno complejo.

Regalo mis dedos, ellos no saben fusionarse con las teclas de un piano. Ni mis ojos saben leer la partitura de signos muertos a mis manos.

Regalo mi voz, ya no la quiero y nunca la quise. Solo si a cambio me das una mejor.

También regalo mis esperanzas, ilusiones y optimismo, porque únicamente me dieron golpes y caidas dolorosas.



Es hora de centrarse en las cosas que realmente importan.

viernes, 16 de julio de 2010

Soñando despierta

Camino despacio, buscándola con la mirada. En su rostro se percibe la alegría del momento, el amor, y el miedo. Aunque presiento que en el mio se distingue a ver lo mismo. Ella viste un hermoso vestido azul, de palabra de honor y finas tirantes. Se ajusta perfectamente a su delgada figura, sé que con mis manos podré acariciar cada curva de su cuerpo. Observo como ella examina mi vestimenta, y como una sonrisa curva sus labios. Un vestido que también se ajusta a mi figura, de palabra de honor, pero sin tirantes.

Lentamente continúo caminando hasta encontrarla. Nos fundimos en un abrazo y un beso que se hace eterno y fugaz al mismo tiempo. Entonces puedo ver sus ojos directamente. Me miran con amor, ternura e impaciencia. Sabemos que hoy será un gran día, porque es solo nuestro. Ella sostiene mi mano, yo sostengo su mirada, y con una inmensa felicidad, caminamos hacia nuestro mundo futuro.

lunes, 12 de julio de 2010

Persecución

Un susurro intranquilo distorsiona la paz de la noche.
Cansada de correr, mi cuerpo entumecido por el frío y el aullido de los lobos en la lejana cercanía.
Ya son muchas almas las que el cielo nos ha robado, y ahora quiere llevarme a mi. He sido despojada de esperanzas, ahora sé que no habrá amanecer.
Una expedición sin retorno, una aventura que se convirtió en masacre. Aún recuerdo el flujo de la sangre correr, tiñendo de rojo la nieve. Aunque esté herida y sola, no seré carne de alimaña.
Pero perfectamente sé, que solo un mal paso, un descanso desesperado o una chispa de salvación, puede lograr convertirme en una presa más.

Solo mis pies siento, y en un momento, la fría nieve cae sobre mi rostro. O yo he caído sobre ella, y con esto, también caen mis ojos. Tan solo me queda imaginar la cálida luz del Sol bañando mi rostro con un nuevo día. Pisadas interrumpen mis cavilaciones. Gruñidos feroces de nuevo interrumpen la paz de esta noche.

jueves, 8 de julio de 2010

El fin de Nunca Jamás

En el infinito del cielo negro, alcanzo a ver una nube. Claro está que no sería tan importante, ya que...¿qué importa si he visto una nube o no? Pero ella tiene una forma diferente a las demás. Velas, anclas... un barco que se surca el cielo como si de un mar se tratara. Sin percibirlo, comienzo a elevarme y antes de darme cuenta de que vuelo ya he aterrizado en Nunca Jamás.
Nunca llegué a pensar que negaría que es un lugar maravilloso, con colores vivos y que vería a un niño que nunca llegó a crecer sobrevolando por encima de ese barco que antes vi.

Nunca lo imaginé, pero al final ganó el malo. Ya no hay niños perdidos que se burlan y rien a carcajadas mientras corren por el paisaje verde. Por no haber, no hay ni paisaje verde. Ahora es ciudad, el barco se hundió y es como un lugar que, sin que lo indique, no debe penetrase. Pero yo entro para intentar averiguar lo que provocó todo. Antes de dar dos pasos, una decena de piratas ya me rodean y me señalan con sus espadas.
Casi sin sentirlo, ya estoy a solas con el capitán del barco, atrapada.

Entonces sé que..."nunca jamás" podré volver a mi hogar.

miércoles, 9 de junio de 2010

Viento fresco

Un día más, el mismo paisaje. Veo a la gente pasar debajo de mí, sin saber siquiera que los estoy observando. Hoy el día no es como ayer.
Ayer llovia, lo cual me agradaba gratamente. Pero al terminar la lluvia y todas las gotas fusionadas conmigo quedaron, un fuerte viento empezó a azotarme, pero soy fuerte, a menos que ese ser que destruye todo cuanto toca, me corte con sus afilados instrumentos.

Pero hoy es un día grato. El viento acaricia suavemente mis hojas, y escucho como se estremecen y chocan acariciando a las otras. Es un sonido extraño, que un ser humano llega a pasar desapercibido, pero es un sonido que para mí es música, como para ellos una caja que emite un sonido casi tan bello como el crujir de mis hojas.

De nuevo cae la noche, aún siento el aire contaminado y el humo de los coches rozan mi tronco. Al menos cuando el Sol desaparece del infinito, ellos prefieren cobijarse, evadirse y permitiendo que pueda escuchar un sonido que me agrada aún más que el viento acariciando mis hojas. El silencio.

martes, 8 de junio de 2010

Gestos

Son esos gestos que inconscientemente reflejamos, los que quedan grabados a fuego en la memoria.

domingo, 6 de junio de 2010

Fin del trabajo. Has perdido.

Las calles son oscuras, el frío no consigue helar mi sangre...ya está demasiado fría. Hace aproximadamente una hora que terminé mi último trabajo. Simplemente por placer. Mis manos, mis vestimentas y mi conciencia están limpias, lo único sucio es mi pensamiento.
Ya era un mes el tiempo que llevaba observando sus comportamientos. En casa reían mientras cocinaban, o jugaban a peleas de cojines intentando no hacer daño a la otra. Judit y Rene, se llamaban.
Judit era delgada, piel blanca con ojos marrones, cabello negro y encantadora. Rene también era delgada, con la piel más morena y ojos verdes. Su cabello era castaño y sus movimientos delicados. En ocasiones me gustaba ver el momento exacto antes de besarse, o cuando Rene jugaba traviesa con los labios de Judit.

Después de un mes conociendo sus actos, decidí que ya era el momento. La noche pasada invadí su hogar y atrapé a Rene, dejándola inconsciente, esperando a que Judit regresara de trabajar. Vi el miedo en sus ojos al ver a Rene tirada en el suelo y también la ira al verme a mi. Se lanzo en mi contra, pero yo fui más fuerte y la dejé inconsciente a ella también.
Por suerte ya tenía planeado dónde iba a llevarlas. Un local abandonado alejado de la muchedumbre. Allí las dejé, en una habitación vacía, con paredes grises sin ventanas y con las luces apagadas.

Me senté y esperé a que despertaran. Judit se despertó primero, parecía mareada, pero se alarmó al ver donde estaba y más aún cuando vio a Rene tirada a su lado. La zarandeó suavemente y la besó, con lágrimas en los ojos. Finalmente despertó. Todavía no se habían percatado de que estaba ahí, mirándolas. Hasta que Rene me miró.

-¿Quién eres? ¿Qué quieres de nosotras?- Me preguntó Rene a gritos. Se levantó y vino hacia mi, amenazante. Yo saqué mi pistola de la chaqueta y la apunté, al tiempo en que Judit la agarraba del brazo.

-¿Mi nombre? No tiene importancia, ¿no crees? Creo que la segunda pregunta es más importante que la primera, y aún así no tiene una respuesta que justifique todo esto. Será envidia por vuestra felicidad, o simplemente me gusta ver como a una persona se le escapa el último aliento de vida.

-Vas a matarnos.-Afirmó Judit, mientras abrazaba fuertemente a Rene.

-No. Solo voy a matar a una.-Corregí.

Se miraron a los ojos, discutiendo con la mirada quién moriría.

-Moriré yo.-Se precipito a decir Rene.

-¡No!-Negó Judit.

-No decidiréis vosotras la que va a morir.-Dije antes de que siguieran con su absurda discusión.-Yo os propondré una prueba y a partir de ella, mataré a una.
Para ser más exacto, diré vuestra prueba:
Os pelearéis. La que golpeé más fuerte a la otra será la que mataré.-Anuncié.

Parecía como si el mundo se cayera para ellas. Se miraron, se besaron y se pusieron en pie. Aún discutían con la mirada, ya que sabían que no les permitiría discutir por palabras. Judit comenzó golpeando el brazo de Rene con fuerza. Ella le proporcionó una patada en el estómago. Judit cayó al suelo, y a duras penas se levantó, con ánimo de continuar peleando.
No duró demasiado, pues finalmente, Judit golpeó a Rene con un fuerte golpe en el cuello. Un chasquido, y ella se precipitó hacia el suelo. Con los ojos abiertos y sangre en las manos y en el cuerpo.

Judit la miró y se agachó. Empezó a gemir de dolor y a gritar.

-¡La he matado!-Se lamentaba.

El cuerpo de Rene continuaba en el suelo, inmóvil, muerto. El de Judit se levantó y corrió hacia mi. Me miró con ojos llenos de rabia, dolor...y locura. Me arrancó el arma de las manos y como un rayo fugaz, se proporcionó un tiro en la sien.

Esta es la historia de mi última experiencia. No me puedes considerar un asesino, pues yo no he matado a nadie, ni esa vez ni ninguna otra. Mi nombre no importa, aún así, muchos saben quien soy.

viernes, 4 de junio de 2010

Caricias enfermas

Su mente estaba centrada en el libro que tenía en frente, mientras él acariciaba sus piernas. Voces que no dicen nada, al menos para ella, solo las palabras de aquel libro intentaba entender. Sentía el roce de sus dedos en la piel, y como poco a poco las caricias subían de tono. La chica intentó ignorar este hecho, pensando que un descuido era. Pero pasó de nuevo, y su vello se erizo, sobretodo de miedo. Un leve placer camuflado por un gran temor.

Las manos seguían acariciando lo que no era suyo, y cada vez más de cerca, hasta un punto en que se quedaron ahí estancadas durante segundos. El deseo de poder controlar sus piernas era intenso, pero apenas podía moverse.
Solo sus ojos podía controlar, mirándo fijamente el libro, y de vez en cuando las manos. De sus ojos, lágrimas querían salir.

Él sigue sonriendo. Ella casi perdió todo en una caricia.

martes, 1 de junio de 2010

Amor y respirar

Amor, tan vital como respirar, son símiles el uno con el otro.
Mis conclusiones no suelen ser muy lógicas, aunque al ser mías tengo que creer en ellas.

Amar es igual que respirar, pues a veces olvidamos que respiramos. En ocasiones no tienes en cuenta lo que amas o si te preguntas...¿la amo? no sabes que responder. Pero después te das cuenta de que sigues respirando, por lo que sigues amando, inconscientemente, pero lo haces.
Y cuando dejas de respirar, sientes como vas muriendo poco a poco. Entonces te das cuenta de lo importante que es esa función para ti, aunque sigas haciendolo sin darte cuenta. Es el momento en que te dices a ti mismo que lo necesitas, amar y respirar. Con distintos órganos, sentidos y sensaciones, pero tan semejantes el uno con el otro.

A veces olvido que amo. La solución para recordar es tan simple como pensar en dejar de hacerlo. Solo se necesita pensar en ella.

miércoles, 26 de mayo de 2010

Maravillas

Quiero describir las maravillas de mi mundo.

Tu carcajada cuando mis manos se posan sobre tu cuerpo y comienzan a hacerte cosquillas. El momento en que se te eriza el vello cuando acaricio tus brazos. Tus ojos, que se cierran poco a poco, cuando acaricio tu nuca. La media sonrisa que se forma en tu rostro cuando te sientes cómoda o cansada. Tus ojos cargados de amor, al mirarme fijamente a los míos. Tus "te quiero" a cada rato. Tu forma de buscar mi mano mientras estamos en la cama. Tus caras, bromas y cosquillas que me haces cuando estoy triste, y quieres animarme. El constante miedo a una discusión, el momento de ella y nuestras risas trás la reconciliación. Tu rostro enfadado, cuando digo algo que no debía haber dicho. Tu manera de preocuparte a cada momento por mí, y por las personas que te importan. La curvatura de tu cintura cuando te atraigo hacia mí. Tus palabras, siempres cargadas de amor y sinceridad. Las historias que me cuentas mientras mantengo los ojos cerrados, historias que hablan de nosotras. Nuestras palabras inventadas y nuestras bromas, como la del dedo pulgar que grita y el dedo meñique que estornuda. Nuestros momentos de improvisación propia.

...La manera en que tu cuerpo se adapta perfectamente al mío.

¿Dije mi mundo?
Quise decir, nuestro.

domingo, 23 de mayo de 2010

Entre dos zonas

No sabría decir si las palabras que estoy escribiendo ahora las he meditado antes. Mi musa se fue hace semanas, y no quiere aparecer. No me preocupa, porque sé que siempre vuelve. La imagino en un lugar hermoso, rodeado de árboles, flores, lagos y criaturas mitológicas. Unicornios, minotauros, elfos, ninfas, hadas, sirenas...todas las criaturas que todo el mundo ha soñado. En esa zona se percibe el aroma de todas las flores que existen y que allí mismo se han creado. Se escuchan sonidos que nunca he oído, pero que me resultan familiares. Además veo otra zona más oscura, con espíritus, espejos, insectos, un cementerio enorme, vampiros, hombres lobo, brujas y criaturas que no están muertas ni vivas, es decir, las cosas que nos dan miedo. Y allí puedo escuchar las voces y sonidos que estremecen mi piel, y el aroma no es repulsivo, pero sé que no quiero olerlo.
Y mi musa está entre esas dos zonas.
Ella quiere venir conmigo, pero piensa que necesita estar ahí un tiempo, para luego traerme nuevas historias, desde el relato más hermoso, hasta el texto más espeluznante que he escrito.

Yo mientras tanto, la espero impaciente, con la esperanza de que traiga a mi imaginación algo nuevo para crear.

...¿Qué cómo es mi musa? Nadie puede ver su musa, pero estoy segura de como es la mía. Ella es el rayo de luz que ilumina mis momentos a oscuras. Simplemente es ella, es el límite de mi imaginación, que en ocasiones pienso que no existe.

viernes, 30 de abril de 2010

Sonrisas de siempre

No miramos, ellos miran. Atentos, fijos en nuestros errores.
Que se convierten en un triunfo. Sin errores, sin malos momentos. Ni gritos ni personas susurrándose entre sí. Solo respiraciones, música y bailes.
El verdadero baile de máscaras sobre un escenario que se funde con nosotros. No somos actores, ni profesionales, solo somos una familia que ha logrado aplausos y gritos de alegría. Nos lo merecemos, porque nos queremos, porque hemos disfrutado y porque todos deseamos repetir una obra como esta.

Gracias por compartir risas, llantos, gallos, caídas y más risas. Todos juntos formamos nuestro grupo.

Sonrisas de siempre...como las nuestras.

miércoles, 21 de abril de 2010

*

Que envidia me dan los pájaros.
Ellos solo se preocupan de mover las alas para no caer.

martes, 6 de abril de 2010

Prometeo

Nunca debí ofender a los dioses, ya no puedo hacer nada. Ahora no. En la vida se aprende que no hay que burlar a un ser superior, y que hay castigos peores que arder en el infierno.
Siento las cuerdas atadas con fuerza a mis muñecas, los hierros sosteniendo mis tobillos, y clavándoseme en la espalda los filos que sobresalen de la roca a la que estoy maniatado.
El sol empieza a salir, apenas llevo tres horas aquí, prisionero de mi mismo. Pues si estoy aquí es solo culpa mía.

Mis ojos se acostumbran poco a poco a la nueva luz, sin apenas notarlo. A mi alrededor no hay nadie ni nada. Solo el eco de mis silencios. Y descubro una figura acercarse, pequeña, volando hacia mí. Un majestuoso águila, de plumas oscuras, batiendo sus alas lentamente. Se acerca. De pronto se para frente a mi, con sus ojos vacíos, como si de voluntad careciese. Y baja lentamente junto a mi costado.

Empiezo a sentir dolor. No sé el por qué, el águila mi piel perfora, haciendo salir los mares de sangre que mis venas escondían. Dolor, agonía, arrepentimiento y de nuevo más dolor. Grito y solo me respondo a mi mismo, en el eco del desierto. Se me escapan los sollozos, los gemidos de sufrimiento. Pero la vida no. Inmortalidad, maldito el momento en que te conseguí. Ahora, traicionera, me persigues y no me permites calmar este dolor. El águila termina con su festín. Se marcha con el pico bañado en sangre, y me deja ahí, atado, con mis órganos destrozados, ensangrentados. Siento como mi hígado, mis entrañas, mi piel, se regeneran. Poco a poco, lentamente a lo largo de la tarde. En la noche continúa sanando, aún dolorido estoy.

Y sin saber por qué, mi mente me revela algo que, sin ninguna duda, puedo afirmar...

Mañana volverá.

lunes, 5 de abril de 2010

Juguemos

-¿Puedo proponeros un juego?- Pregunto confiada.

-Claro, ¿cuál?- Las miradas de los presentes por primera vez en toda la tarde se posan sobre mí, interrogantes y curiosas.

-A las imitaciones.

-Eso es aburrido...

-Lo sé, pero nunca jugamos, y si nos aburrimos podemos parar.

-Bueno, está bien, empieza tú.

-Vale.

Mi cara está seria, cruzo mis manos delante de mi pecho y paso el peso de todo mi cuerpo a la pierna derecha. Mis ojos miran a los demás, demostrando la evidencia de la persona a la que estoy imitando.
Todos empiezan a decir nombre, aunque solo han salido dos, y no tienen mucha relevancia. Finalmente alguien pregunta:

-¿Quién eres?

-Es fácil. Soy yo. Porque yo no tengo necesidad de imitar a nadie, porque estoy feliz conmigo misma, porque no sigo a los demás como si un fiel perro fuese. Y porque este juego sucede en la vida real, débiles de mente caen en las redes del más fuerte.

Nunca aprenderán.

sábado, 3 de abril de 2010

Palabras

La palabras son el mejor invento que ha creado el hombre. Ella te permiten reflejar lo que sientes, te dejan crear historias que nadie conoce, y son capaces de transmitirte algo tan intenso que te hagan reir, llorar, enfadarte...
Pero cuando las palabras no tienen sentido, nadie las comprende. Podrías tener la historia mas increíble, fascinante y especial en tu cabeza, pero si las palabras que describen tu trama son ilegibles, nadie verá esa historia como algo especial.
Aunque para algunos momentos, las palabras me parecen inútiles. Si amas a alguien, al decírselo sientes que aún te quedan muchas palabras más para demostrarlo, por ello utilizamos los abrazos, los besos, las miradas, las sonrisas...y estos reflejan un poco más lo que las palabras no pueden hacer.

En ocasiones siento que la palabra en mí es solo algo más. Algo que no llenará mi vida, solo escribiendo... no alcanzaría nada importante. En otras personas las palabras son imprescindibles en sus vidas, y por ello día a día se esfuerzan en mejorar. O simplemente disfrutan leyendo libros y escribiendo, solo porque les gusta.
No voy a negar que me guste esto de plasmar mis sentimientos en palabras, o inventar historias y escribirlas después. Aunque algunos digan que son buenas historias, o que las describo bien... es difícil de creer al contemplar después sus relatos, infinitamente superiores a los míos.
Y sé que no es una competición, pero cuando una persona lleva toda la vida siendo comparada por los demás y después de muchos años dejan de hacerlo, ella empieza a hacerlo, aunque siempre haya odiado a los que lo hacían.

Tampoco niego que piense que mis relatos o historias me gusten. Si las escribo y las muestro es porque realmente me satisfacen. Por eso voy a continuar, aunque sienta que cada día vaya a peor. Aunque me hunda el hecho de compararme. Aprenderé a dejar de hacerlo, aprenderé a mejorar y domesticaré a las palabras para que formen los textos que quiero crear.

miércoles, 31 de marzo de 2010

Tren

Hace tiempo que buscaba tu cuerpo tumbado a mi lado, en la cama. Que anhelaba encontrarte con el torso desnudo en la cocina, mientras el aroma del café inundaba la estancia, y con una sonrisas me dabas mi taza. Pero ahora no te encuentro, te marchaste. Jamás me explicaste el por qué, pero ahora no quiero saberlo, solo ansío volver a verte sonreír.
Muchas personas me han informado sobre ti, tu rutina, amarga como la mía, y he decidido buscarte, después de muchas noches pensándolo.

Ahora estoy corriendo buscando la estación, para tomar un tren que no volverá. En mi asiento pienso en todo lo que me han contado de ti. Tus miradas ausentes, tus palabras que no dicen nada. Siempre he pensado en lo que te diré cuando te vuelva a ver. Te preguntaría cómo has estado, que has hecho y si eres feliz. El tren se detiene. Y en mi vagón la puerta se abre, el cristal transparente de ella refleja decenas de rostros. Entre ellos el tuyo. El corazón se me para, y tu mirada se encuentra con la mía. Me observas y sonríes, simplemente, y tu mirada me refleja que esa sonrisa es sincera, como las que me dedicabas cuando aún estabas conmigo.

Todo a mi alrededor está quieto, mis piernas actúan por sí solas, poniéndome en pie. Nos acercamos. Las palabras se me congelan en la garganta. Olvido todas mis preguntas, mis brazos envuelven tu cuello y los tuyos, mi cintura. Un abrazo eterno, un abrazo que inunda el alma.

En aquella madrugada del veinte de enero.

domingo, 28 de marzo de 2010

Emociones

No tengo historias que contar. No porque mi vida sea aburrida, porque en estos momentos no puedo dejar de reir con las personas que me quieren. Tampoco vivo en un mundo de fantasía, en algunos momentos, saliendo de mi cuerpo para introducirme en la piel de otra persona y vivir una gran aventura, acompañada de mis amigos. Pero de lo que realmente carezco es de emociones fuertes.

Sentir el viento contra mi cuerpo mientras desciendo por el cielo, antes de abrir un paracaídas.

Ahogarme en la dulce adrenalina cuando caigo al vacío, solo protegida por una cuerda.

Estar sentada mientras mis manos controlan la velocidad de una moto, a doscientos kilómetros por hora.

Ver el fuego tan cerca de mi que casi queme, danzando libremente alrededor de una hoguera en la noche.

Sumergirme en las aguas oscuras, y nadar al interior del océano. O en el día bucear para ver las maravillas de él.

Subirme a la más alta azotea en un día de viento y gritar desde ahí que te amo.

Viajar a los lugares más espectaculares del mundo, sin tener que atender a las obligaciones del día a día.

Quedarme de pie, mientras una tormenta cae sobre mi. El agua empapando mis sentidos y los truenos gritando por mi.

Estar en una fiesta, simplemente divirtiéndome, sin tener que mirar el tiempo transcurrido.

O al menos salir cada noche, a un sitio distinto cada vez, hasta que nos salude el amanecer.

domingo, 21 de marzo de 2010

Noche de dos

La noche es la muerte del día. Y no hay nada tan hermoso como la noche. Cuando tu cuerpo está tan cercano al mío, arropadas con las mantas, intentando conciliar el sueño. Tus brazos me rodean, mi cabeza encaja bajo la tuya, y mis labios pueden besar tu cuello. Siento tu respiración tranquila, y escucho tu corazón palpitar. Sientes mi frío, me arropas y me abrazas más fuerte.

Nuestro sueño se ve interrumpido y ambas despertamos a la vez. En ocasiones solo se interrumpe el tuyo, y en mis sueños percibo tu mirada sobre mi. El tiempo pasa irremediablemente hasta que llega la muerte de la noche. El amanecer de un nuevo día. Nuestros ojos se abren al apreciar la luz que llega desde la ventana. Nos miramos y sonreímos. Ahora me das la espalda, a lo largo de la noche fui yo quien acabo abrazándote a ti. Y beso tu hombro mientras acaricio suavemente la piel que cubre tu alma. Ella siempre me grita desde tus ojos un amor intenso y cálido. Y esta mañana me lo grita en un alto volumen silencioso.

Tus labios y los mios se unen, en un beso que muestra lo maravilloso de esa noche, la alegría de poder despertar juntas bajo las mismas mantas mientras los pájaros nos dedican sus canciones desde el exterior.

martes, 16 de marzo de 2010

Nueva era

Una nueva era comienza. Cuando caes y te haces daño sientes que no podrás volver a levantarte. Pero existen personas que querrán ayudarte a que puedas volver a caminar de nuevo y seguir el viaje. Incluso cuando te levantas con ayuda, lo haces obteniendo más fuerza y confianza en esas personas que te han ayudado.

No conozco a nadie que haya nacido sabiéndolo todo, y si algo bueno existe en la vida es que cada día podemos aprender algo nuevo, nos cueste o no. Así que vamos a comenzar esa nueva era, juntos, todos y compartiendo los sentimientos y pensamientos que mantenemos escondidos en el fondo de nuestro corazón.

jueves, 11 de marzo de 2010

The end

No puedo escribir relatos, no puedo escribir historias, no puedo escribir poemas y ni siquiera una simple frase que suene realmente especial.

Por eso digo adiós, no quiero mejorar ni intentar aprender. Por eso por último os digo: Este blog se encuentra cerrado.

(Gracias por haberme leído todo este tiempo, y espero que al menos algunos relatos os hayan gustado.)

Conociéndome, seguro que en algún momento volveré a publicar algo. O quizá no.

miércoles, 3 de marzo de 2010

Distintas formas

Existen formas más contundente que un "te amo", pues las palabras son llevadas por el viento y quien las escucha puede llegar a no creer en tus sentimientos.
Nuestras formas de demostrar el amor puede ser con un simple beso, un leve rozamiento de labios que no llega a durar más de dos segundos. Otra manera es un beso más largo e intenso, de un minuto o dos y del que, al separarnos, nuestros labios se vean atraidos, como si de dos imánes de polos opuestos se tratasen. Con un abrazo, una caricia, una sonrisa o una mirada. Cuándo nuestros cuerpos se funden y forman uno.

Pero la mejor manera para mi de demostrar un "te amo", es mirándote a los ojos,sosteniendo levemente tu rostro entre mis manos, impregnar las palabras que salen de mi garganta de amor y finalmente, besar tus labios suavemente, mientras se nos escapan sonrisas, hasta que tus brazos cubren mi cintura, los mios tus hombros y nos quedamos abrazadas.

Porque dos palabras no son capaces de reflejar algo tan intenso y sincero.

jueves, 25 de febrero de 2010

¡Dejad mis alas, joder!

Dejad mis alas, ¿no veis lo majestuosas que son? Cada pluma es perfecta y me ha costado mucho crearlas. Sé que no son muchas, pero a estas alturas, ¡no me las quiteis! ¿no os dáis cuenta que por cada pluma arrancada derramo una lágrima de sangre? Que cada llamada cuando estoy fuera, cada vez que te introduces en mi habitación sin ni siquiera haber dado un mísero golpe antes de abrir, que cada vez que interrumpes mi sueño, me gritas y golpeas la pared para que no vuelva a dormir y cuando quiero intimidad entras chillando y castigándome por "desobedecer", causa que alguna de mis plumas se caigan y de nuevo retoceda para conseguirlas otra vez.

No toquéis mis pequeñas alas, que cada vez se hacen menores por vuestra culpa, sin haber hecho nada. Marchaos, dejadme en paz, ya puedo valerme por mí misma, y si no puedo ya lo conseguiré. Dejadme tropezar, caer y destrozarme, pues quiero aprender a levantarme y curarme sin necesidad de ayuda. Aunque nunca estuvísteis ahí cuando tan mal me encontraba. No os pedí ayuda, pero es porque no la quería. Fueron mis problemas y yo sola los solucioné, sin consuelo de nadie, totalmente sola durante tantos meses. Y cambié, reaccioné y mejoré mi vida. Te quejas de que no te cuento nada, pero no quiero que me conozcas ni tener que hacerte casi un informe escrito cada vez que voy a pisar la calle. Te preguntas por qué te miento, pero no puedo hacer otra cosa ya que me privas de muchas cosas que estoy deseando hacer. ¡Quiero volar! Así que alejaos de mis alas, no respireis tan cerca de ellas, me ha costado mucho trabajarlas y no quiero que fastidieis el trabajo de una vida.

¡NO TOQUÉIS MIS ALAS!

No será la última

Esta noche la Luna está presente, al igual que otras muchas estrellas que iluminan la cúpula de un cielo oscuro. Un cielo del que un día un ángel bajó y que ahora me acompaña en un camino que ambos hemos elegido, y de la mano me guía por él, siguiéndole yo a ciegas, pero contemplando cada momento y viviéndo miles de sensaciones.
Y esta noche me acompaña bajo las mantas y me abraza mientras ambos mantenemos los ojos cerrados. Bajo las mantas, sobre la cama y lo más cerca posible a su cuerpo, he descubierto que cada curva de su figura es aún más delicada que la anterior, y yo he acariciado cada una, como quién acaricia las teclas de un gran piano y compone hermosas melodías.
El sueño nos vence, es lo único que es capaz de impedir el encuentro de nuestras miradas, pero en mi interior sé que está junto a mí y me proteje entre sus brazos de la oscuridad.

En el nuevo día llego a ver otra vez su figura y empiezo a acariciar su piel, pero de forma mas delicada aún. Beso sus labios dormidos y poco a poco se abren, inconscientes, para responder el beso. Sus ojos se empiezan a abrir y con ellos, sus brazos para volver a acogerme. Ya no hay nada de lo que protegernos, la oscuridad se ha vuelto a ir.
Otro beso, más vivo que el de antes, pero dormido aún así. Algunos malos sueños no han sido espantados, pero nos queda el consuelo de despertar y tenernos mutuamente. El comienzo de un nuevo día, el fín de una noche perfecta. No será la última.

miércoles, 24 de febrero de 2010

See you in my mind

Adiós, eso es todo lo que tengo que decir. Confieso que al ser tú mi creación he llegado a cogerte cierto cariño. Pero no puedo darte la vida que te mereces, ni redactar tus acciones como si realmente fueses un buen escritor. ¿Es capaz un escritor de pacotilla relatar la vida de un buen escritor? Ni siquiera se me puede considerar "escritor de pacotilla" pues hasta uno sería capaz de darte al menos un poco de vida. No puedo darte la forma que en mi mente esta descrita, ni crear tu mundo con o sin inspiración, pues la tengas o no, seguirás sin escribir bien, ya que soy yo la que da forma a tus letras. Pero siempre quedarás en mi imaginación y poco a poco tu vida se lleva a cabo en ella. Mis ideas quedarán en mi cabeza y nunca saldrán a la luz. Siento dejarte así, a punto de encontrarla a ella y tan cerca de enamorarte también. Así que es todo lo que tengo que decirte, adiós o en este caso... te veré en mis pensamientos, Gray.

jueves, 18 de febrero de 2010

Libertad

Mis alas, inmensamente esbeltas y bellas. Cada pluma oculta un secreto y en cada movimiento, a través de cada pluma puede oirse un susurro proclamando una palabra.

"Libertad".

Y ahora mis pies pueden rozar el agua mientras mis alas ondean con el viento y este a su vez, me acaricia el rostro. Puedo ver a personas debajo, con cadenas invisibles, y me miran con envidia, cultivando sus propias alas para poder volar como yo. Un grito de euforia se me escapa al alcanzar una gran altura en el cielo, atravieso las nubes y encuentro de forma casual a otras aves, que quieren unirse a mi.

Poco a poco mi cuerpo se va llenando de más plumas, hasta que un hermoso plumaje cobrizo envuelve todo mi cuerpo, y me transformo en un gran águila. Imponente y majestuoso.

Hoy he logrado alcanzar la libertad.

martes, 9 de febrero de 2010

Vida de rencor

Piensa con el corazón frío y la mente ardiente de odio. Es el camino hacia una vida de rencor y enemestidad. Frío, calculador, pensando simplemente en el bien propio sin importarte el daño que causes a los demás. Tu propio beneficio, con una mente retorcida para que cualquier situación sea buena para tí sin importar hundir a alguien más. Crueldad, una palabra para definir la maldad que guardas en tu interior. Matar, hacer que la vida de otra persona sea una pesadilla y no confiar en nadie que no te demuestre que posee una mente tan retorcida como la tuya, y cuando tenga tu confianza o sepa demasiado sobre ti, deshazte de él.

Si eres capaz de seguir estas instrucciones, eres cruel y vengativo. Así que no te encuentres conmigo, podrías tomar confianza y acabar bajo tierra...o en una bolsa de basura olvidada en el fondo del mar.

Atentamente: El psicópata que guarda rencor al mundo porque nunca nadie le regaló un abrazo.

lunes, 1 de febrero de 2010

Baile de máscaras

El baile ha empezado. Indiferencia, felicidad y satisfacción. Rodeada de la multitud, bailando con sus máscaras puestas. Es solo eso, una máscara. Y todos ríen y me susurran al oido que no sienten nada. Contemplo el otro lado de la habitación y veo a otras personas sin máscaras. Llorándo, sufriendo. Fuera máscarás, ¿no veis que es solo una tapadera para que los demás vean lo que no és? Un salón dividido en dos secciones, hace tiempo que arrojé mi máscara lejos de mí y ahora comparto franqueza con las personas que están a mi lado de la sala. Las otras personas no nos miran, solo bailan sin despegar ni un momento la máscara de su rostro.

La luz se apaga, todos estamos ciegos. Pero las personas de las máscaras siguen bailando, pues antes de que la luz se fuese, ya no veían la realidad. Con luz o sin luz, esas personas se niegan a ver la verdad y a dejarse ver como son en realidad.

"No hay peor ciego que el que no quiere ver"

Aprecia lo que tienes

Aprecia lo que tienes antes de que sea tarde
porque se que el tiempo escapa
y hasta es capaz de olvidarte
puede que pierdas algo,
que te quieres por orgullo algo que ahora
ya no es de nadie pero que antes era tuyo
y todo puedes perder solo, por una estupidez
y tu tormento pensara en aquella vez,
en un tal vez en que...
por una tonteria, se fue a tomar por culo
aquello que tu mas querias
guarda un parecido al comportamiento
de los niños pequeños
como cuando por el echo de quitarle un juguete
quiere tenerlo y se da cuenta de lo que eso significa,
perder y retroceder se escriben en la misma linea.
Hay que valorar cada detalle por muy pequeño que sea
aprovecha el tiempo bien e intenta evitar las peleas
a veces por miedo a una perdidas la gente cambia,
pero no sirve de nada cuando un recuerdo se va
y entonces vives muerto con la conciencia vacia
y ya es tarde para intentar creer
la culpa no fue mia
hay que pensar muy bien en todo antes de actuar,
arrepentirse significa tardar en rectificar
morira ese sentimiento que corria por tu sangre,
quedara libre el corazon que mantenias
preso en tus rejas de alambre
quien sabe, puede que lo eches de menos
y que ya no exista cura,
tan solo un dulce veneno

[Estribillo]
No dejes escapar lo que puedes perder,
aprecia lo que tienes antes de que sea tarde, joder
no supiste valorar lo que tuviste
has de saber, si no hubieses hecho el idiota
todo seria igual que ayer (x2)

Y si algun dia volvieras a conseguir lo que perdiste,
nada seria igual por no valorar lo que antes tuviste
la confianza ya ni existiria,
os cansariais con facilidad
y la felicidad se extinguiria
intentarias evadirte apoyandote en los demas,
sonreiras y a solas solo lagrimas derramaras
pensaras en un principio en que todo era tan distinto,
en lo bonito se extinguia en el silencio de tu olvido
ahora te preguntas el por que, porque lo hiciste
dejaste escapar algo que ahora
es lo que te hace estar triste
no te entiendes, te arrepientes, sientes que te mueres
en un intento violento de intentar retroceder.
Es el fracaso de otro libro escrito
por una alma en pena que llace sola en silencio
atada por diez mil cadenas
te miras las venas pero, ¿de que serviria?
no te aliviaria el alma ese acto de cobardia
todo lo tenias nada es lo que tienes por tu culpa,
lo que te queria se diria que eres una...
y mueres en un lago de silencio,
en un lago eterno las lagrimas ardientes
como el fuego del infierno
Debe ser tierno vivir con ese enorme dolor,
te haces polvo poco a poco se va la palabra amor
pero son decisiones, asume intenta olvidar a veces
querer no es poder, cuando se llega tarde

[Estribillo]
No dejes escapar lo que puedes perder,
aprecia lo que tienes antes de que sea tarde, joder
no supiste valorar lo que tuviste
has de saber, si no hubieses hecho el idiota
todo seria igual que ayer (x2)

Y es que tu vida se va frente a tus ojos
los recuerdos en fotos son solo corazones rotos,
tu cabeza esta confusa
pero pasa el tiempo y aprendes
a cargar el peso del remordiemiento
con el sufrimiento de llevar un sentiemiento
muerto con el arrepentimiento
que ocultas con esfuerzo en tu cuerpo,
pero tienes que ser fuerte
piensa, que de los errores se aprende,
que es algo que le ocurre alguna vez a todo el mundo
aunque recuerda que una relacion es cosa de dos no de uno
conocer gente no es suficiente,
engañate, finje, y quieres olvidar
pero el recuerdo no se extingue.
El alma ya no sirve sigue enfadada contigo,
el corazon ya no te guia ya no quiere ser tu amigo
tu cabeza esta confusa lucha por seguir adelante,
es como un tunel de dos cruces sin luces cerca de tu alcance.
Observas a tu ex pareja y ves que todo le va bien,
te da rabia aunque sonries
porque te alegras por ella o el y que...
pensaras que no te daba tanto
el engañarse a uno mismo no acabara con tu llanto.
Existe el olvido, existe quiza...
existe el recuerdo que nunca jamas tendras,
algo que recordaras y viviras con ello dentro
tu corazon esta roto y muerto tus sentimientos.
Tu cuerpo se inunda de tristeza,
tus ojos ocultan lagrimas,
tus paginas estan vacias
tu cara tan blanca como palida,
una sonrisa caida,
unas mejillas encharcadas,
una expresion que pasa de todo o nada.

[Estribillo]
No dejes escapar lo que puedes perder,
aprecia lo que tienes antes de que sea tarde, joder
no supiste valorar lo que tuviste
has de saber, si no hubieses hecho el idiota
todo seria igual que ayer (x2)

Aprecia lo que tienes antes de que sea tarde
antes de que se te escape
de que se marchite esa oportunidad,
esa ultima esperanza antes
de que el pasado pase pagina.

domingo, 31 de enero de 2010

Solo tú y yo

En ese instante, solo quería sentir el roce de tus labios, tu cuerpo lo más cerca del mío y nuestras respiraciones acompasadas. En ese momento erámos tú y yo, no importaba nada ni nadie más. Ni los problemas, ni toda la mala suerte que tuvimos durante por lo menos una semana. Ahora todo estaba bien. Juntas contemplándonos mutuamente. Tu piel, tan frágil, tan perfecta, encanjando perfectamente con mi cuerpo. Como un puzzle de dos piezas, siendo ambas piezas del mismo valor y si no están unidas, el puzzle no está completo. Sintiéndo tus brazos alrededor mía, protegiéndome. Solo contigo me siento segura.

Sin nosotras saberlo, la Luna y las estrellas velaban por nosotras, cuídandonos para que ese momento fuese solo nuestro y fuese perfecto. Hundiéndome en tus ojos, mostrándome dulzura y felicidad. Contigo, mi ángel. Porque un día, una estrella se enamoró de un ángel, y poco a poco, ese ángel también se enamoró de ella.

domingo, 24 de enero de 2010

Dulce

Mis momentos junto a tí, sintiendo tu respiración y tu piel,
son tan dulces como el aroma de un perfume de coco.

sábado, 23 de enero de 2010

La segunda planta

No podíamos creer el convite que se celebraba en el interior de aquel monumento que hasta hace poco estaba en ruinas y totalmente abandonado. El Cortijo Jurado ahora tenía un enorme salón con una moqueta roja y muebles de madera. Las escaleras que llevaban al piso superior estaban con cintas que indicaban que el paso hacia ellas estaba prohibido. Y cientos de personas bebían de sus copas de licor mientras charlaban y reían entre ellas.

Conseguí convencerte de ir hasta ese lugar, ya que planeé hace tiempo ir sola y no querías que me acercara a allí, y mucho menos en solitario. Pero sabías como era así que cediste a venir conmigo, y me sostenías del brazo firmemente con temor a que me fuese corriendo a explorar, o peor aún, a que alguien o algo viniese a atraparme. Yo me divertía como una cría y miraba aquel espectáculo con total admiración. Entonces, ví las escaleras y la cinta que impedía el paso a curiosos. Curiosos como yo. Miré tus ojos con una mirada significativa y una sonrisa abierta. Casi me faltaba parpadear repetidas veces seguidas.

-Rotúndamente, no.- Anunciaste con una expresión de enfado y temor.

Pero tu negativa no sirvió de nada, pues me deshice de tus brazos, que me seguían sosteniendo y corrí hacia las escaleras. Tú me seguiste gritándome que no lo hiciera. Pero ignoré tus palabras. Nos colocamos frente a una puerta de madera, y me agarraste de la mano.

Del interior de la habitación se escucharon gritos paranormales y la puerta era aporreada por los seres que habitaban en su interior.
Tiraste de mí, en dirección hacia las escaleras para poder bajarlas. Al bajar no había nadie, y todo volvía a estar desierto y en ruinas. Llegamos a salvo al exterior del Cortijo, y desde fuera, vimos su estructura y en las ventanas se veían las luces de los cientos de espectros que antes nos dieron la bienvenida y nos avisaron que no subiesemos a la segunda planta.

...

...
Las letras se esfuman, mis páginas están vacías.

jueves, 21 de enero de 2010

Sonrisa nocturna

La noche ser burla de nosotros, la Luna nos muestra su sonrisa, riendose de la insignificancia de los seres que intentan escapar de su resplandor.

-Mírame y seré el camino que te guíe hacia la muerte.

Solo te sonreirá y la amarga muerte saborearás.

martes, 19 de enero de 2010

Cumpliendo años

Hoy es un día especial. No porque me haya encontrado dinero por la calle, o porque me tocara la loteria. Tampoco es porque sea de nuevo una niña que ha comenzado el curso escolar y está emocionada por aprender cosas nuevas. Ni mucho menos porque he salido a la calle o aprobé un examen o cumplí uno de mis mayores sueños.
Y no, tampoco lo es porque hoy sea mi cumpleaños, aunque seguro que hayais pensado que lo es por ello.

En realidad, hoy es un día importante, porque puedo compartir mi día con mis seres queridos. Porque puedo interpretar un personaje que no soy e intentar meterme en su propia piel. Además, esas personas me abrazan, me quieren, me besan, me aceptan como soy y me regalan sonrisas que se quedan guardadas en mi corazón. Hoy es un día especial, aunque para mí ya todos lo son, porque cumplir dieciseis años es algo que pasa solo una vez. Pero los amigos y el amor que me ofrecen, están cada día conmigo y no hay nada que pueda superar eso.

Y habrá más tardes de teatro, risas compartidas y más gallos que soltar a la hora de cantar nuestras canciones, aunque suelen ser pocos.

Habrán mas besos, caricias y días para compartir contigo, más 22 para celebrar, más cumpleaños míos o tuyos y poder crecer juntas.

Gracias a todos por estar siempre cuando os necesito y por contar conmigo cuando vosotros me necesitais a mí. Comparto mi primer cumpleaños con vosotros, pero no será el último y seguiremos celebrando nuestro día a día con nuevos abrazos y risas.

domingo, 17 de enero de 2010

Estrellas apagadas

Otra noche más que contemplo el infinito cielo junto a un hermoso ángel. La Luna está dormida, esperando a hacer su gran aparición en la noche cualquier día de los que se presentan. Algunas estrellas dispersas por el cielo, sin llegar a formar constelaciones por culpa de la contaminación lumínica que hay en la ciudad. Tres estrellas forman una línea vertical, y otras más que no forman nada.

Y otra estrella que parpadea de forma evidente y clara y va cambiando la tonalidad de sus colores. Blanco, azul, rojo, naranja, amarillo. Colores suaves y fugaces que apenas consigo percibir. Una estrella que está a años luz y que poco a poco está muriendo. Puede que incluso su luz se extinguiera hace tiempo y que ahora solo podemos ver un recuerdo de ella.

Explosiones, erosiones. Lo que a nosotros simplemente nos puede parecer una luz que se apaga de repente, es una gran tormenta de fuego que puede llegar a destruir lo que baña su luz. Y mi ángel y yo contemplamos esa estrella y toda la cúpula del universo que podemos alcanzar a ver. Pidiendo deseos a estrellas fugaces invisibles y caminando sobre la arena perdiendo de vista aquella estrella que estaba brillando o que hace tiempo, brilló.

domingo, 10 de enero de 2010

Unidentified Room

Me adentré en una habitación blanca, la cual, entre cada azulejo de la pared había una pequeña línea negra, que indicaba que no habían limpiado ahí en mucho tiempo y el mármol del suelo era pegajoso y tenía un color algo grisáceo. Todo ello irradiaba una extraña sensación paranormal. La luz era provocada por unos tubos fluorescentes que de vez en cuando parpadeaban con riesgo de apagarse totalmente en cualquier momento. Dentro de esa habitación, habían salientes con puertas blancas de madera, un poco rotas por los bordes y con algún trozo marrón debido al descuido a lo largo de los años. Debajo de las puertas, había un espacio entre ellas y el suelo, y sobre ellas, otro mas grande para no llegar al techo, y detrás de las puertas, simples inodoros. La habitación parecía un servicio de hospital, y era un pasillo largo y estrecho con muchas puertas. No se escuchaba nada, salvo mis pisadas y mi respiración entrecortada.

De pronto, escuché la cadena de metal sacudirse en la última puerta y cómo si alguien tirase fuertemente de ella, produciendo que el sonido del agua saliendo y entrando violentamente del inodoro hiciese eco en aquella habitación. Y seguidamente, el contiguo a este. Hasta que todos producían mucho ruido que se fue mezclando con risas de mujeres que provenía de un pequeño hueco al final de la habitación, donde solo había una bata de enfermera colgada en un gancho, una fregona sucia y un cubo azul sin agua. Sentí algo húmedo en mis pies, miré hacia abajo y vi un pequeño charco de agua que se fue formando a lo largo que los inodoros expulsaban el agua al exterior de ellos debido quizá a alguna avería...o a algún efecto paranormal.

Lentamente levité para no mojarme los pies y me asomé en cada servicio para ver si había algo que explicase tal acontecimiento. En el primero no había nada, el segundo tampoco me mostró nada nuevo del anterior. Las risas de las mujeres no habían cesado, pero eran más leves y cada vez que avanzaba se hacían más fuertes. En el tercero aumentaron aún más y ví una sombra huir por debajo de la pared que unía un servicio con otro hasta el siguiente, y yo la perseguí por encima hasta el último servicio. La sombra se escondió tras la bata de enfermera que anteriormente había visto. Me situaba en el penúltimo servicio y las risas eran casi dolorosas para el oído humano. Pero me acerqué sin vacilar a la bata y en mi último paso para situarme frente a ella, las risas cesaron. Fue cuando retiré bruscamente la bata el momento en que las risas ya estaban dentro de mi cabeza, torturándome los oídos, y una ráfaga de viento me empujó violentamente dando piruetas en el aire hasta el tercer servicio. Miré de nuevo hacia el final de la habitación y vi tres mujeres flotando frente a mí. Aunque si miraba el cuerpo de las mujeres podía ver lo que había detrás de ellas. Entonces me persiguieron por toda la habitación y algo que antes no estaba, apareció frente los servicios. Un espejo.

La luz de los fluorescentes vacilaban aún más que al principio y las tres almas de las mujeres me atraparon y me colocaron frente al espejo. La luz se fue y en el espejo ví a las tres mujeres de un color blanco reluciente y en el centro de ellas, solo pude ver mi rostro horrorizado antes de que esas mujeres me arrojaran hacia el espejo, que me tragó y me impidió saber quienes eran esas almas, por qué estaban allí y que sucedió hace años en aquella habitación.

viernes, 8 de enero de 2010

Viaje astral, sueño de una noche

Recuerdo que intenté entrar al mundo de los sueños, como hago cada noche cuando me arropo en mi cama y cierro los ojos. Pero hoy ha sido diferente. Ahora me veo flotando en la oscuridad de mi habitación y puedo verme durmiendo, desde una perspectiva que nunca había visto antes. Sentí miedo, pensé que había muerto y empecé a desesperarme. Pero entonces ví que mi cuerpo se movía levemente, como si respirase y me dí cuenta que si perdía los nervios quizá no podría volver a sentir esto nunca más.

Así que quise aprovechar el tiempo que mi cuerpo iba a estar dormido, mientras mi...mente o lo que sea que fuese lo que estaba ocurriendo, hacía las cosas que quería hacer esa noche. Empecé a recorrer volando lentamente mi habitación, pero me asusté al mirar el espejo y no ver nada reflejado, así que para no sentir más miedo y tener el riesgo de perder la oportunidad esta noche, atravesé mi ventana y me ví flotando sobre la terraza de abajo. Parecía ser una noche fría, pero yo no sentía frío ni calor, no sentía nada, solo placidez y curiosidad. Volé sobre los coches, las pocas personas que se encontraban en la calle, sobre las farolas y algunos edificios bajos, hasta llegar frente a un edificio y colocarme justo en una pequeña ventana de un cuarto piso. Cerrada, pero con las cortinas abiertas. La atravesé y me adentré en una habitación oscura, pero muy reconfortante y familiar.

Me acerqué a una cama que estaba desbaratada, ya que en su interior se encontraba una persona, totalmente dormida. Me asomé y pude ver su rostro tranquilo, su pelo alborotado, sus labios entreabiertos pidiendo un beso, sus brazos acogiendo la almohada, como si fuese una persona que falta en su cama. Pero en su rostro tranquilo a causa de estar dormido, también se refleja la perturbación de un mal sueño y poco a poco empieza a perder tranquilidad y a ganar temor. Sin saber que hacer, empecé a desesperarme y solo se me ocurrió besar sus labios y acariciar su rostro con mis manos intangibles. Pero pude sentir ese beso y esa caricia, y sin saber por qué, me coloqué a su lado y sustituí su almohada por mi cuerpo invisible. De manera instantánea, sus manos cubrieron mi cintura y mis labios besaron los suyos. Pude ver de nuevo su rostro tranquilo, con una pequeña sonrisa.

La música del despertador empezó a sonar en mi cabeza y me encontré de nuevo en mi cama, cubierta solo de simples mantas y recordando fugazmente ese sueño que tan real había sido. Ojalá pudiera ir a ahuyentar tus miedos cada noche, si es que de verdad puedo conseguirlo.

sábado, 2 de enero de 2010

Dulces sueños

Tus ojos dormidos, tu semblante tranquilo, solo me invitan a mirarlos, acariciarlos y besarlos suavemente. Beso tus labios en forma de caricia y me responden muy despacio y apenas consiguen besar los mios a causa del sueño. Mis dedos recorren tus pómulos, tu nariz, tu barbilla, tu frente, apartando el pelo para poder ver mejor tus ojitos cerrados. Y mis labios se posan dulcemente sobre los lugares donde mis dedos acariciaron antes. Beso tu frente, tus pómulos... intentando no dejar que ni un centímetro de tu rostro no haya sido tocado por mis labios.

Poco a poco, tus ojos empiezan a abrirse, quedándose entreabiertos y mirando a ninguna parte pidiendo tranquilidad para dejar que tu mente se sumerja al mundo de los sueños. Te acercas un poco más a mi, colocando tu cabeza sobre mi hombro, mi brazo pasa por detrás de tu cuello y te cubro con ambos para protejerte del frío e intentar que te sientas segura y cómoda. Tu cabeza junto a la mia. El aroma de tu pelo me pide que lo acaricie suavemente, por la nuca. Y mis labios se posan de nuevo sobre tí, esta vez en tu pelo.

Te mueve lentamente, alejándote de mí. Abres los ojos y me miran, reflejando placidez y sueño. Te doy un beso fugaz en los labios, te miro. Me pides otro y de nuevo mis labios se posan sobre los tuyos. Otro, otro, y otro más... hasta que nos sumergimos en un beso lento, suave, dulce, cálido y largo. Adivino que no vas a volver a caer rendida en mis brazos al descubrirte desperezándote como si fueses un gatito. Pero volvemos a centrarnos de nuevo en un verdadero gato. El Gato Risón, que aún nos muestra su sonrisa y nos reclama de nuevo su atención.