sábado, 2 de enero de 2010

Dulces sueños

Tus ojos dormidos, tu semblante tranquilo, solo me invitan a mirarlos, acariciarlos y besarlos suavemente. Beso tus labios en forma de caricia y me responden muy despacio y apenas consiguen besar los mios a causa del sueño. Mis dedos recorren tus pómulos, tu nariz, tu barbilla, tu frente, apartando el pelo para poder ver mejor tus ojitos cerrados. Y mis labios se posan dulcemente sobre los lugares donde mis dedos acariciaron antes. Beso tu frente, tus pómulos... intentando no dejar que ni un centímetro de tu rostro no haya sido tocado por mis labios.

Poco a poco, tus ojos empiezan a abrirse, quedándose entreabiertos y mirando a ninguna parte pidiendo tranquilidad para dejar que tu mente se sumerja al mundo de los sueños. Te acercas un poco más a mi, colocando tu cabeza sobre mi hombro, mi brazo pasa por detrás de tu cuello y te cubro con ambos para protejerte del frío e intentar que te sientas segura y cómoda. Tu cabeza junto a la mia. El aroma de tu pelo me pide que lo acaricie suavemente, por la nuca. Y mis labios se posan de nuevo sobre tí, esta vez en tu pelo.

Te mueve lentamente, alejándote de mí. Abres los ojos y me miran, reflejando placidez y sueño. Te doy un beso fugaz en los labios, te miro. Me pides otro y de nuevo mis labios se posan sobre los tuyos. Otro, otro, y otro más... hasta que nos sumergimos en un beso lento, suave, dulce, cálido y largo. Adivino que no vas a volver a caer rendida en mis brazos al descubrirte desperezándote como si fueses un gatito. Pero volvemos a centrarnos de nuevo en un verdadero gato. El Gato Risón, que aún nos muestra su sonrisa y nos reclama de nuevo su atención.

1 comentario:

  1. Porque nada me invita más al sueño que tu abrazo y tus caricias.

    Te amo

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