jueves, 26 de noviembre de 2009

Decepción

Sus ojos ya no me miraban como solían hacerlo antes. Una mezcla de asco, odio y decepción se apreciaba en sus ojos cansados. Las palabras hirientes no dejaban de fluir tan natural como si del caudal de un río se tratase. Todos en mi contra, dicen que es mi culpa, y les creo. Pero no me arrepiento, solo de que las cosas hayan ocurrido de esa forma.

Amenazas, todas sus palabras impregnadas de ellas, las de él... las de todos. Y creen que voy a hacerles caso. Y creen que voy a abandonar todo cuanto amo. Podré soportar que no me miren, ni me hablen o cuando lo hagan solo sea para escupirme las palabras de siempre. Y no estoy sola, ni lo estaré jamás. No conseguiran alejarme de todo y hacer que todo vuelva a ser como antes. Piensan que eso será lo mejor para mi, pero yo pienso que será lo mejor para encontrar mi muerte. La pena me ahogará, me dará un beso mortal del que no podré escapar.

Pero seguiré adelante, superando los obstáculos hacia mi meta. Caeré y me levantaré de nuevo con más fuerza. Y nunca estaré sola si un día me cuesta levantarme, porque muchas manos estarán dispuestas a sostenerme y a ayudarme a seguir mi camino.

martes, 24 de noviembre de 2009

Eterno viaje

Hogar vacío, o eso pensaba. Sonaba el eco de las respiraciones irregulares de algo que no sabía identificar. Me acerqué lentamente al lugar de donde procedía el sonido y encontré a toda mi familia. Cortes, ropas rotas, y mucha sangre. Algunos brazos tenían una gran mancha negra de sangre, bueno, más bien, lo que quedaba de ellos. Igual con piernas, hombros o trozos de cráneos. Y esos seres muertos, me presiguieron.

Corrí por los pasillos hasta llegas a la habitación y encerrarme en ella. Pasan segundos entre ver la ventana, pensar que hacer y reaccionar, el tiempo justo antes de que los muertos vivientes abrieran la puerta y se adentraran en la habitación en mi busca. Al ser un segundo piso y tener la ayuda de algunas cuerdas para tender, logré llegar a salvo al suelo. Miré a mi alrededor y descubría una ventana abierta que me daba paso a las escaleras, la atravesé y empecé a bajar rápidamente, escuchando desde arriba los pasos veloces de mis perseguidores. Correr...no era exactamente lo que podía, me costaba demasiado hacerla. La velocidad del sueño, es siempre casi nula.

Conseguí llegar al exterior, y fugazmente pasó una imagen en mi cabeza, muchas preguntas y miedo por esa persona. Fui a buscarla para saber si estaba bien, y llevarmela conmigo a un lugar seguro...si lo encontraba. En mi camino hacia ella, encontré más criaturas que empezaron a perseguirme de nuevo. Me adentré en el primer edificio que logré visualizar. Cuando estaba dentro, me impactaron los crucifijos, el altar, las vírgenes y una enorme cantidad de personas rezando de rodillas en unos bancos que miraban hacia en altar. Todo cuanto me rodeaba era dorado, de mármol o madera.

-Genial, una iglesia.-Pensé casi burlándome por aquellos infelices que se arrodillaban a un ser que ni siquiera existía...o existía pero no como ellos pensaban.

Al parecer ahí no entraban esos seres, asi que hice lo posible por guardar el mayor respeto y me dispuse a salir para encontrar a la persona que amaba. Pero no me hizo falta salir, ella entró por la puerta justo cuando estaba a punto de salir. No pregunté si estaba bien, o por qué había venido aquí, o que estaba pasando... simplemente me hundí en sus brazos y besé sus labios. Me sonrió y me acarició el rostro convenciéndome de que todo irá bien.

Pasó el tiempo, y yo cada vez estaba más desesperada, pero tenía su consuelo. Naves espaciales, historias increíbles de un mundo diferente, eternidad. Ideas que intentaron introducir en nuestras cabezas. No, no lo creíamos, pero era nuestra última alternativa. Volar o morir. Nos miramos, miramos a nuestro alrededor, despidiéndonos de nuestros hogares y emprendiendo un nuevo camino.

miércoles, 18 de noviembre de 2009

Payaso


Suena una canción fácil de reconocer. El circo ha llegado a la ciudad y con él trae a sus famosos componentes. Trapecistas, domadores, equilibristas, magos... todos con sus juegos y maniobras emicionantes y entretenidas.
Un componente del circo muy famoso, que es supuestamente...¿divertido? Nariz roja, ropa ancha, exceso de maquillaje y una falsa sonrisa pintada en la cara. No es más que eso, un dibujo.
Los componentes que debían ser más animados y divertidos de ese lugar, tienen solo un dibujo en el rostro, mostrando sentimientos que no sienten en realidad.

En la oscuridad no son tan divertidos. Como una muñeca de porcelana en forma de payaso. La hermosura de una muñeca de porcelana es eclipsada por su apariencia de payaso. Y la ves ahí, observándote, sonriendo. Pero sigue siendo frágil, pero sigue siendo un payaso. Tantos colores que en la noche se pierden, quedándose solo su apariencia sin color alguno. Azul, rojo, amarillo, naranja, verde... todo se queda en azules pálidos, grises y zonas negras. Como en sus ojos. Pero su sonrisa se sigue viendo, y no parece feliz.
Ojos oscuros y sonrisa dibujada, resultado, semblante siniestro.

lunes, 16 de noviembre de 2009

¿Por qué?

En el final de un camino que ni siquiera había llegado a recorrer, estaban los pequeños cuerpecitos de cinco niños dándome la espalda. Parecían divertidos y actuaban de forma extraña. Observaban un pequeño estancamiento de agua que no olía demasiado bien. Agua sucia, oscura... A mi lado, me agarrabas de la cintura suavemente mientras también contemplabas la escena.

Entonces lo hicieron.

Todos se tiraron al agua, y no pude ver sus cabezas emerger del agua. Intenté correr hacia el agua para rescartar a los niños. Pero me sujetabas de la cintura, me resistí y finalmente me soltaste, quedándote paralizada. Cuando iba a lanzarme al agua y sentí el olor asqueroso en mi nariz e incluso imaginando su sabor, vi a los pequeños saliendo del agua riéndose.
Habían tragado agua, y yo pude sentir de nuevo su sabor, provocándome arcadas. Salieron de ahí, y yo sin saber por qué, me sumergí en aquellas aguas y no volví a salir...

domingo, 15 de noviembre de 2009

Pequeños momentos

Hundiéndome en un único aroma, echada sobre tu regazo. Mis ojos permanecen cerrados, dejandome llevar por tus caricias. No me importa el tiempo, aunque pase no podrá olvidar este momento. Siento la calidez de tu cuerpo bajo el mío, y tu respiración sobre mi pelo. Escucho los latidos de tu corazón, o del mío, ya que él está en tu pecho.
Y aquí estoy, junto a tí de nuevo. No puedo apreciar el tiempo que estoy contigo, es demasiado corto. Pero esos pequeños momentos son los que nos hacen enamorarnos más la una de la otra. O eso me dijiste en susurros cuando aún permanecía sobre tí. Yo creo que tienes razón.

Encerrada II (Amanecer...)

Poco a poco, empecé a recuperar la conciencia. Aún seguía en aquella habitación, rodeada de cientos de cuadros que seguían observándome, y seguro que también encerrada entre las cuatro paredes invisibles... pero no me apetecía comprobarlo, no, ya estaba demasiado cansada. No pretendían que muriera, ni que intentara acabar yo misma con mi vida. Aún no estoy tan loca como para hacer algo así. Pero, ¿qué pretendían? Solo observarme y asegurarse de que estoy ahí, sola, pero a su merced.

El tiempo seguía pasando, tal vez años. Creo que he pasado toda mi vida aquí encerrada... he perdido la ilusión de ver más allá de estas cuatro paredes, la esperanza de que algún día alguien vendrá a sacarme de aqui.

De pronto, empecé a ver al fondo de la habitación una luz que iba creciendo poco a poco. Los ojos de los rostros que aparecían en los cuadros se movieron para fijarse en aquella luz cada vez más intensa. Yo también la observé. Por una vez no me sentía observada, era yo la observadora.

La luz crecía, y crecía, hasta inundar la habitación en un resplandor dañante para mis ojos, obligandome a cerrarlos, y creo que también a los ojos que siempre me han observado. A mi espalda, siento una mano cogiéndome del brazo suavemente. ¿Qué ha entrado? ¿Cómo?
Empecé a gritar, esto no podía estar pasando. Rápidamente otra mano se posó en mis labios, haciéndolos callar. Me dio la vuelta y empezamos a caminar. Un paso, dos, tres, cuatro...¿cinco?¿seis? Puedo dar todos los pasos que nunca imaginé que podría dar. Con los ojos aún cerrados me dejé llevar por lo que fuese que me estaba guiando a donde sea. No creo que me lleve a un lugar que sea peor del que voy a salir.

Escuché una puerta abrirse, y aunque mis ojos estaban cerrados, pude sentir que la luz ya no podría deslumbrarme. Poco a poco empecé a abrir los ojos. Primero vi a una gran multitud de personas mirándome calidamente y sonriéndome ofreciéndome confianza. Creí no conocer a nadie, pero conocía a todos y cada uno de ellos. Los había visto en mis sueños durante todos estos años. Me giré para poder ver el rostro de la persona que me había sacado de ahí. Un ángel... un hermoso ángel. Sus ojos expresaban amor, comprensión, dulzura, confianza... Su sonrisa causaba la mía.

No lo dudé ni un momento, ese ángel era mi salvación. Tampoco dudé beber de sus labios. Gracias por sacarme de un mundo vacío y pequeño. Ahora soy libre y puedo vivir contigo, reir, disfrutar y amar.
Gracias a todos los que me recibieron con los brazos abiertos y una sonrisa, dejándome quererlos y ofreciéndome cariño a mi también. Es todo lo que necesitaba.

miércoles, 11 de noviembre de 2009

Perdiendo el control

Las palabras caían duramente sobre mí, me pesaban como si llevase encima el peso de todo el mundo.

"¿Me ves bien?...creo que voy a apartarme durante un tiempo..."

Un pánico irracional invadió mi cuerpo, por un momento, las lágrimas cayeron por mi rostro, pero no había llanto, no podía soltarlo todo. Poco a poco, mi mirada se perdió, mientras mi mente navegaba por un mar de posibilidades, todas insufribles, oscuras... De vez en cuando escuchaba una leve voz, pero seguía perdida y no lograba encontrar de nuevo el camino.
Mis labios se secaron, sentía mi cuerpo temblar, el aire faltando en mis pulmones. Moverme, hablar, todo se me había olvidado. Pero empecé de nuevo a escuchar, preguntas con un tono asustado y leves sacudidas. Me pedía que la mirase, pero yo no podía apenas ver.

El tiempo pasaba lento, ¿que debía hacer? salir corriendo, preguntar si de verdad es eso lo que necesita... pero ¿cómo iba a hacer cualquiera de esas cosas si apenas podía sentirme?
La voz seguía pidiendome que la mirara. Pude reaccionar y enfocar una mirada cansada a unos ojos que reflejaban el miedo.

-Dime algo- suplicó.

Quería decirlo todo. "¿Es eso lo que necesitas?", "No me pidas perdón", "te amo", "no me dejes, por favor", o responder a tus te quiero...pero al ver que me era imposible articular palabra, empecé a pensar en otras cosas, pidiéndote a gritos que me ayudaras, que no podía hablar, que tenía miedo. Pero tus preguntas cada vez iban más a mi interior, despertándome de nuevo.

Por fín me acordé de hablar, pude preguntar, pude responder tus te quiero, pedirte que no te disculpes. No tienes la culpa, fue un mal entendido que se nos fue de las manos.

-¿No quieres tiempo?...Yo tampoco. Te necesito.

lunes, 9 de noviembre de 2009

Lejos...

-¿A dónde vas, amor?

-Tengo que decirte algo...-su mirada era alarmante y en su rostro se veía facilmente el miedo.- Me han dado un trabajo fuera de aquí, durante un año estaré lejos...o lo acepto, o he de esperar al año que viene...

Las lágrimas empezaron a aflorar en el rostro de ambas, un abrazo inundó por un largo momento nuestros corazones. No, no podía irme. Lejos de ella durante tanto tiempo, imposible... Necesito abrazarla y estar a su lado en todo momento.

-No quiero irme...

-Debes ir- me dijo después de pensarlo un instante que me pareció eterno.-Yo... iré a visitarte todas las veces que pueda-

Tantos años estudiando, para conseguir algo que me gustase e implicase quedarme cerca de casa. Tengo que marchar y dejarlo todo durante un largo año... y quizá el próximo pase exactamente lo mismo.
Una larga despedida, subí en el tren, que no tardó en partir dejando atrás todo cuando amaba.

Encerrada

Despierto. Al abrir los ojos me doy cuenta que estoy en un lugar totalmente oscuro, sin luz ni vida. Bajo mi cuerpo, siento el duro y frío suelo. No veo absolutamente nada, solo oscuridad. Me incorporo lentamente para no caer al suelo e intento caminar. Pero a los dos pasos, me topo de bruces contra algo sólido y tan frío como el suelo. Me doy la vuelta para buscar por otro lado la salida, algo que emita luz o algún indicio de...algo. Pero me pasa exactamente lo mismo a los cuatro pasos. Sigo la superficie palpandola con mis manos. Recto, hasta los siguientes dos pasos, que encuentro una esquina. Vuelve a seguir recta, pero se detiene a los cuatro pasos de nuevo. Finalmente, me doy cuenta de que estoy totalmente encerrada, en un lugar que no conozco, oscuro y rodeada de cuatro paredes que no me dejan apenas caminar. El aire...parece suficiente, quizá haya algo de ventilación. Pero me desespero y golpeo brutalmente las paredes con los puños, creando sonoros gritos y aullidos de dolor al sentir como mis manos golpean. Segundos, minutos, horas o tal vez días pasan... ya no puedo golpear más, mis manos rotas me impiden hacerlo, mi voz casi se ha ido de tanto usarla.

De pronto, una intensa luz daña mis ojos. Los mantengo entrecerrados, intentando acostumbrarme a la luz. Poco a poco, voy enfocando algunas cosas. Me encuentro en una amplia habitación, totalmente extensa. En sus paredes, están colocados de forma sucesiva cientos, miles de cuadros antiguos. En ellos aparecen las mismas personas siempre. Un hombre con aspecto autoritario, imponente y aparentemente severo, que en todos los cuadros parece como si me observase fijamente. Junto a él, siempre hay una mujer. En algunos cuadros sonríe, en otros parece tan enfadada que casi me encoge de miedo el corazón...aunque ya lo está. Ella también me observa fijamente.

Pero no logro entender, como estando dentro de una habitación tan amplia puedo moverme tan poco. Intento acercarme a los cuadros, cuyos rostros me resultan tan familiares. Pero a los cuatro pasos, impacto contra algo invisible...las cuatro paredes. Miles de ojos observan como golpeo de nuevo la superficie invisible, esta vez con la cabeza. Mi llanto desesperando vuelve a inundar la habitación. Al sentir el calor de la sangre bajar por mi rostro, empiezo a sentir como me invade la oscuridad, mientras en mis oidos resuenan las risas... risas de satisfacción que salen de los cuadros solo por saber que aún sigo encerrada.

domingo, 8 de noviembre de 2009

Fingiendo la parada del tiempo

-¿Y si algún día encontraras el modo de detener el tiempo?...¿Qué harías?

>Yo... disfrutaría en todo momento de tí, besando tus labios, uniendo nuestros cuerpos formando uno, acariciandote, abrazandote, diciéndote que te amo. También recorreria todos los lugares a los que me gustaría ir, sin prisas ni pausas. Todo junto a tí, sin estar separadas un solo instante. Solas tu y yo. El tiempo es muy preciado, o lo pierdes, o lo disfrutas, provocando que pase más rápido. Busco la forma de detenerlo, o al menos, fingir que ha parado. Algún día, el tiempo no será un obstáculo, ni nada que tengamos que tener en cuenta. A cada momento disfrutar de tí, contigo y por tí.

>Ahora bien, haces como que el tiempo se detiene, pero el sigue en curso. Un segundo, un minuto... horas, años, o toda una vida. Si disfrutas cada segundo de tu vida, ella pasará así mismo, como segundos. Pero no me importa que mi vida pase rápido, ni que una mañana despierte y me encuentre arrugada y casi sin vida. Al menos, tendré el placer de haberla vivido disfrutándola en todo momento contigo.

-Como te dije, eso es lo mínimo que yo haría. Y tú...¿Qué harías?

miércoles, 4 de noviembre de 2009

Oso de peluche

Una luz extraña iluminaba mi habitación, anaranjada tal vez, pero con un ambiente enfermizo. La puerta está abierta, dando lugar a un largo pasillo que se presentaba en horizontal. Frente a mi puerta, hay otra igual, que da a la habitación contigua.
Un osito blanco de peluche está sentado apoyado en la puerta y mirando hacia mí. Me acerco a él para colocarlo de nuevo en su sitio, sin preguntarme como ha llegado ahí.

Detrás mía, hay un espejo que me muestra solo las puertas y el osito de peluche...yo no me veo reflejada. Miro al espejo, y observo al osito apoyado en la puerta de forma normal.
Pero al darme la vuelta para seguir mi camino hacia el osito, me horrorizo al contemplar que su postura ha cambiado, ahora su pose es tumbada. Sin poder creerlo, el miedo empieza a apoderarse de mí. Me vuelvo a dar la vuelta para mirar al espejo, que me refleja de nuevo la misma imagen... con el oso bocaabajo. Repitos mis acciones: de frente, tumbado, dándome la espalda y con malformaciones.

Me rindo, sin poder aguantarlo más, salgo corriendo de aquel lugar. Pero mi mente recibe la imagen que el espejo me obliga ver. Mientras corro, veo acercarse el espejo lentamente hacia mí, con una persona reflejada. Sigo corriendo, intentando borrar esa imagen de mi cabeza, pero es imposible. En el espejo, aparece mi imagen, mi rostro deforme sonriendo y articulando palabras con los labios...

-Nunca podrás salir de esta pesadilla.

Cronos


Tu esposa daba a luz a un nuevo ser lleno de vida que ansiaba poder disfrutar de ella. Frágil, pequeño e indefenso. Un duro parto, y ella te ofreció al bebé para refutar que es tuyo. Él lloraba, con un llanto desgarrador que inundaba toda la estancia. Tú le miraste, asustado y distante.

"¡Venga, devóralo!, ¡Mátalo!, de todos modos, él podrá revelarse en contra tuya, hacer lo que un día le hiciste tú a tu padre o algo peor..."

Porque tu no tuviste más remedio que cortar, necesitabas libertad, luz, vivir... Pero tu hijo no tenía porque hacer lo mismo.

"¡Devóralo, arráncandole las extremidades con los dientes! Mastica, traga y siente como su sangre inocente cae por tu barbilla. Mátalo, que no sea una amenaza para tí, solo es una persona más, sin importancia."

¿Por qué hiciste eso? Devoraste a todos y cada uno de tus hijos, todos los que tu esposa te daba para que los quisieras y cuidaras. Ningún resentimiento, nada tenía importancia...
Tu esposa huyó con el último de sus hijos, escondiéndolo de tí, para poder salvar su vida y poder llevarla a cabo.

martes, 3 de noviembre de 2009

Quiero

Quisiera saber escribir poesía
para enlazar los versos y
formar poemas que te lleguen
al corazón.

Que todas mis rimas sean para tí,
cada palabra, cada suspiro.
Poder sentirte cerca, junto a mí
en todo momento, sin que nada
nos separe, o lo impida.

Sentir.
Poder.
Vivir.

Tenerlo todo a nuestro alcance,
no sentir nuestras camas vacías
despertar a tu lado, abrazarte
y contemplar tu mirada dormida.
Besar tus labios.
El primer beso de buenos días.

Quisiera saber escribir poesía
y que algunos versos te lleguen
al corazón.

lunes, 2 de noviembre de 2009

*

Poder besar tus lágrimas
consolando tu llanto en un largo abrazo.
Sacarte tu mejor sonrisa
acariciar tu rostro y pronunciar un te amo.