Si te asomas la oscuridad invade tu
mente, los Demonios de tu interior se manifiestan hasta dar por
saciada la sed de sangre.
Si sigues adelante el camino comienza a
borrarse, las complejas lineas del paisaje se derriten, convirtiendo
las calles en un simple dibujo sin color. Una página en blanco con
unos cuantos trazos decaídos.
La luz se apaga.
Al igual que las farolas comienzan a
derretirse, los coches han decidido permanecer en mitad de la
carretera. Inmóviles. Como todas las personas que yacen dentro.
Muertas.
En el callejón resuena un acorde grave.
Dentro, ahora, aparece una nueva
respiración. La mía.
Y la de mis Demonios.
¿Por qué no entrar? Si todo lo que
está fuera ya está muerto.
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