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-Entonces, cuando camino por las calles, oscuras, no puedo evitar pensar en las criaturas de la noche, en dónde estarán, preguntándome por qué se esconden y cómo son.-Explico con convicción.
-¿Me estás hablando de... criaturas míticas?-Pregunta mi buen amigo, con los ojos abiertos, incrédulo. Una leve sonrisa de sorna aparece en su rostro.
-¿De qué si no?
-Quiero decir, ¿realmente crees que existen de verdad?-Me plantea, esta vez más serio.
-Sí, por supuesto que lo creo.-Respondo sin más.
-Pero nunca has visto ninguna, ¿cómo puedes creer en ello?
-La misma pregunta puedo hacerte con respecto a tu dios, ¿cómo puedes creer en él si jamás lo has visto?
-...No es lo mismo.
-En parte sí, en parte no. Somos el mismo loco, sin embargo la sociedad solo nos denominará como tal a uno de los dos. Son la misma fe, las mismas esperanzas de que más allá de todo este mundo hostil y gris, existe algo mágico que puede cambiar el sentido de las palabras y los actos. Somos sí... el mismo loco, pero con diferentes prejuicios.
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Quien pudiera creer en ellos y que se hicieran realidad
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