martes, 24 de noviembre de 2009

Eterno viaje

Hogar vacío, o eso pensaba. Sonaba el eco de las respiraciones irregulares de algo que no sabía identificar. Me acerqué lentamente al lugar de donde procedía el sonido y encontré a toda mi familia. Cortes, ropas rotas, y mucha sangre. Algunos brazos tenían una gran mancha negra de sangre, bueno, más bien, lo que quedaba de ellos. Igual con piernas, hombros o trozos de cráneos. Y esos seres muertos, me presiguieron.

Corrí por los pasillos hasta llegas a la habitación y encerrarme en ella. Pasan segundos entre ver la ventana, pensar que hacer y reaccionar, el tiempo justo antes de que los muertos vivientes abrieran la puerta y se adentraran en la habitación en mi busca. Al ser un segundo piso y tener la ayuda de algunas cuerdas para tender, logré llegar a salvo al suelo. Miré a mi alrededor y descubría una ventana abierta que me daba paso a las escaleras, la atravesé y empecé a bajar rápidamente, escuchando desde arriba los pasos veloces de mis perseguidores. Correr...no era exactamente lo que podía, me costaba demasiado hacerla. La velocidad del sueño, es siempre casi nula.

Conseguí llegar al exterior, y fugazmente pasó una imagen en mi cabeza, muchas preguntas y miedo por esa persona. Fui a buscarla para saber si estaba bien, y llevarmela conmigo a un lugar seguro...si lo encontraba. En mi camino hacia ella, encontré más criaturas que empezaron a perseguirme de nuevo. Me adentré en el primer edificio que logré visualizar. Cuando estaba dentro, me impactaron los crucifijos, el altar, las vírgenes y una enorme cantidad de personas rezando de rodillas en unos bancos que miraban hacia en altar. Todo cuanto me rodeaba era dorado, de mármol o madera.

-Genial, una iglesia.-Pensé casi burlándome por aquellos infelices que se arrodillaban a un ser que ni siquiera existía...o existía pero no como ellos pensaban.

Al parecer ahí no entraban esos seres, asi que hice lo posible por guardar el mayor respeto y me dispuse a salir para encontrar a la persona que amaba. Pero no me hizo falta salir, ella entró por la puerta justo cuando estaba a punto de salir. No pregunté si estaba bien, o por qué había venido aquí, o que estaba pasando... simplemente me hundí en sus brazos y besé sus labios. Me sonrió y me acarició el rostro convenciéndome de que todo irá bien.

Pasó el tiempo, y yo cada vez estaba más desesperada, pero tenía su consuelo. Naves espaciales, historias increíbles de un mundo diferente, eternidad. Ideas que intentaron introducir en nuestras cabezas. No, no lo creíamos, pero era nuestra última alternativa. Volar o morir. Nos miramos, miramos a nuestro alrededor, despidiéndonos de nuestros hogares y emprendiendo un nuevo camino.

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