sábado, 23 de enero de 2010

La segunda planta

No podíamos creer el convite que se celebraba en el interior de aquel monumento que hasta hace poco estaba en ruinas y totalmente abandonado. El Cortijo Jurado ahora tenía un enorme salón con una moqueta roja y muebles de madera. Las escaleras que llevaban al piso superior estaban con cintas que indicaban que el paso hacia ellas estaba prohibido. Y cientos de personas bebían de sus copas de licor mientras charlaban y reían entre ellas.

Conseguí convencerte de ir hasta ese lugar, ya que planeé hace tiempo ir sola y no querías que me acercara a allí, y mucho menos en solitario. Pero sabías como era así que cediste a venir conmigo, y me sostenías del brazo firmemente con temor a que me fuese corriendo a explorar, o peor aún, a que alguien o algo viniese a atraparme. Yo me divertía como una cría y miraba aquel espectáculo con total admiración. Entonces, ví las escaleras y la cinta que impedía el paso a curiosos. Curiosos como yo. Miré tus ojos con una mirada significativa y una sonrisa abierta. Casi me faltaba parpadear repetidas veces seguidas.

-Rotúndamente, no.- Anunciaste con una expresión de enfado y temor.

Pero tu negativa no sirvió de nada, pues me deshice de tus brazos, que me seguían sosteniendo y corrí hacia las escaleras. Tú me seguiste gritándome que no lo hiciera. Pero ignoré tus palabras. Nos colocamos frente a una puerta de madera, y me agarraste de la mano.

Del interior de la habitación se escucharon gritos paranormales y la puerta era aporreada por los seres que habitaban en su interior.
Tiraste de mí, en dirección hacia las escaleras para poder bajarlas. Al bajar no había nadie, y todo volvía a estar desierto y en ruinas. Llegamos a salvo al exterior del Cortijo, y desde fuera, vimos su estructura y en las ventanas se veían las luces de los cientos de espectros que antes nos dieron la bienvenida y nos avisaron que no subiesemos a la segunda planta.

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