domingo, 25 de octubre de 2009

Corazón lleno de odio

Estabamos todos atrapados en una gigantesca jaula atada por cadenas enganchadas a un techo que no se veía a causa de la oscuridad. No sabíamos como habíamos llegado hasta ahí, y asustados, nos ofrecíamos entre todos un abrazo para reconfortarnos mutuamente. De la oscuridad escuchamos la voz de un hombre hablando en una extraña lengua. Pronto, una luz roja iluminó la estancia. Estabamos sobre un escenario no muy alto y veía dos grandes escaleras que conducían al mismo lugar.

Dos hombres se acercaron a la jaula mientras seguían hablando, luego se callaron y nos miraron. Sus ojos se volvieron rojo sangre mientras nos observaban fijamente uno a uno. Uno de ellos le proporcionó al otro un movimiento brusco con la cabeza hacia la jaula en señal de orden. Como respuesta, el otro hombre se acerco a nosotros. Abrió la puerta y sin dudarlo un instante me agarró del brazo y me empujo hacia él. Mis compañeros me agarraron entre todos para no dejarme ir con aquel hombre, pero el era demasiado fuerte y consiguió sacarme de la jaula y volver a cerrarla de nuevo.

Mis gritos perturbaban la paz de la estancia.

Me tiró bruscamente al suelo y el otro hombre se acercó a mí con algo plano y cuadrado en las manos. Un espejo. Mis gritos aumentaron, mientras me resistía a mirar mi reflejo. Pero finalmente, me obligaron a mirar. Mis gritos cesaron, mi mirada estaba fija en un reflejo que mostraba mi imagen, pero con una sonrisa siniestra en la cara. Saqué las fuerzas para levantarme, arrebatar el espejo al hombre y correr escaleras arriba. Me perseguían muy de cerca y al llegar a la parte superior de las escaleras, lancé el espejo hacia abajo, provocando que este se rompiera en mil pedazos.

Una luz blanca salió del espejo, buscándome. Corrí de nuevo escaleras abajo, esta vez las contraria. Pero la luz siempre es más rápida, así que me alcanzó, provocando que mi mente se sumergiera en la oscuridad.

Desperté y pude ver a mi alrededor, pero no podía moverme. Solo podía ver a través de mi mente, estaba encerrada en su interior, y otro alma controlaba ahora mi cuerpo. Pude observar como mi cuerpo se acercaba a los hombres y se quejaba de que el cuerpo era demasiado débil.
Ahora entendía el idioma. Dijeron que este cuerpo era el que poseía el corazón más lleno de odio en comparación con los demás y que pronto buscarían un sustituto. Mis labios sonrieron.

Uno de los hombres dijo que aún no estaban seguros de que el control había sido un exito, que quizá fingía. Pero mi cabeza negó. Me propusieron una prueba... matar. De un lado de la habitación, salieron personas que jamás había visto. En mis manos se posó una motosierra, y, sin dudarlo, mi cuerpo empezó a mutilar a las personas una a una. Cuando acabó la matanza, mis dedos recorrieron el filo de la motosierra y se mojaron en la sangre, llevandose de nuevo los dedos a la boca y lamiendo la sangre.

Entonces, propusieron que matase a mis compañeros.

"No, eso no, por favor."

Mi cuerpo se acercó a la jaula, y cuando empezó a abrirla, toda mi furia se desató, haciendo que recuperara la posesión de mi cuerpo. Rápidamente les dije que salieran al exterior, que no tenía mucho tiempo. Agarré de la mano a la persona que amaba y dirigí a todos a la puerta y la abrí antes de que los hombres nos alcanzaran. Entre lágrimas, nuestras miradas se cruzaron. Todos salieron, menos la persona que agarraba mi mano. Le sonreí y le dije que todo iría bien, soltando su manos. Se dio la vuelta para salir, y antes de cerrar la puerta tras ella, se volteó rapidamente mostrándome en su mirada un gran desconcierto, seguido de el dañino entendimiento y un grito de dolor.

La puerta se cerró del todo y tras de mí los hombres me alcanzaron y me golpearon hasta sumergirme en la oscuridad total.

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