sábado, 24 de octubre de 2009

Final del sueño

Me desperté aturdida y examiné mi dormitorio. Había algunas cosas diferentes a las que ví la noche anterior. Mi bolso no estaba a la vista, donde solía estar, no veía mis pulseras, ni ese pequeño reloj en forma de corazón. Ni siquiera el libro que me estaba leyendo estaba ya sobre la mesita, y es prestado, así que tenía que devolverlo. Mi archivador estaba vacío, y algo en mi interior también lo estaba. Mi mirada se posó, escandalizada, sobre ese calendario que colgaba de mi pared, marcando el mes de junio. No podía haberse descolgado, porque si no hubiese caído. Me levanté y agarré mi móvil.

"21 de Junio"

Mi móvil marcaba un fecha diferente a la que debería tener. Miré los mensajes...pocos, demasiado pocos. Me faltaban demasiadas cosas. Algo en mi interior me dijo que me dirigiera hacía elexterior en busca de el mar. Fui hacia él, buscando algo que no llegaba a entender. Al llegar, observé extrañada la multitud... demasiada gente para un mes tan frío.

-¿Será verdad que estamos en junio?

Entre la multitud, encontré los rostros familiares que andaba buscando. Me acerqué y saludé a cada uno. Algo me parecía diferente, algunos se extrañaron al recibir los abrazos...como si no me conocieran. Entonces, todos sonrieron y miraron tras de mí. Me di la vuelta lentamente y te ví, con una sonrisa cuya muestra de alegría no alcanzaba tus ojos. Parecían tristes, vacíos... Lentamente, me acerqué a tí. Te pregunté si te pasaba algo y me negaste con la cabeza, con una sonrisa que no me llegué a creer.

Me ofreciste un largo abrazo, te lo devolví sin dudar. Acaricié tu rostro y besé tus labios suavemente... en un beso no correspondido y alarmado por parte tuya. Escuché algunas voces extrañadas a mi espalda, otras de burla. Miré tu rostro, y vi sorpresa en él, a la vez que rechazo y lástima. En tu mirada, comprendí que había acabado lo que nunca había empezado. Que nunca tuvimos aquellas tardes de verano, ni aquel amanecer, ni aquellos besos y caricias que nos hacían estremecer. Que todo fue un sueño de una noche, algo que nunca existió. Que ha sido un sueño que ha conseguido enamorarme, hacerme sonreir y alegrar cada segundo de mi existencia. Lágrimas recorrían mi rostro, al contemplar en tus ojos una negativa aplastante que me hace caer a la más profunda melancolía.

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