viernes, 23 de octubre de 2009

Manos ensangrentadas

Mi mano sostiene el cuchillo ensangrentado por la sangre de aquellas personas a las que quise...cuando aún seguían vivos.
También tiene la sangre de las personas a las que más odiaba, las que según mi mente, merecían morir.
Pero una parte de mí agoniza, sufre la pérdida de la gente que quería, y piensa que, por mucho odio que guarde mi corazón por las otras víctimas, tenían derecho a seguir con sus vidas...a ser posible no muy placentera.
Dentro de mi cuerpo se sigue rigiendo una lucha entre dos almas diferentes, odiar o amar, matar o dar vida, sufrir o disfrutar... el gran debate que sufre mi interior aumenta al ritmo en que corre la sangre. Pude sentir el cuchillo atravesar sus corazones, la sangre caer y alcanzar el puño del cuchillo, haciendo que llegase a mi mano y pudiera sentir el tacto cálido y espeso de la sangre. Ahora este cuchillo posee la sangre de todos y cada uno de ellos.
Pero mi mano lo suelta de golpe, en un gesto asqueado observo el rojo que tiñe ahora mis manos. Mi sombra se alarga a la vez que yo me alejo hacia alguna parte, donde poder ganar la batalla que tengo contra mi cordura.

3 comentarios:

  1. Nunca sabemos hasta donde puede llegar la locura que causa en nuestra mente el ver como somos capaces de derramar la sangre ajena.
    A veces se puede derramar, sin herida, de aquel a quien más se ama

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  2. Nunca derramaré la sangre de aquellos a los que amo, aunque la locura se apodere totalmente de mi mente

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  3. Se pueden dar salida de muchas formas diferentes a nuestras oscuras fantasía, actos viles, crueles, sanguinarios o del tipo de índole que deseemos en nuestra imaginación, en un relato, cuadro, fotografía, para no tenerlas que llevar a la realidad. Donde podemos disfrutar y gozar de esos momentos en un mundo virtual, ficticio o onírico, sin que nos cause mayores problemas después. Para estar en equilibrio con nosotros mismos, hay que saber diferencian donde termina la ficción y donde comienza la realidad y que estos pensamientos o parecidos los hemos tenidos todos alguna vez que otra.

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